jueves, 8 de noviembre de 2012

CRÓNICA MARATÓN VALENCIA 2011

En esto del facebook un buen amigo preguntó hace poco ¿Cuándo se sabía que se estaba preparado para afrontar una maratón?. Yo le respondí que no se sabía nunca, que en eso consistía el estar zumbao, en que nos apuntamos a todo de forma inconsciente y luego nos forzamos a entrenar para ello y a acabarlo sea como sea. Más razón que un santo, oiga.
Mirando hacia atrás pienso que no debí correr esta maratón de Valencia. No en las condiciones que lo afrontaba. Un mes atrás, en una semimaratón me marqué un tiempazo de 1 hora y 33 minutos. Me encontraba fuerte y corría bien y suelto. Incluso pude apretar un poco más, pero era un test para Valencia. Contento enfilé las dos últimas semanas de preparación. La anulación del Home de Ferro me había dejado un único objetivo de fin de temporada y me veía preparado para bajar de 3:30 en maratón. Estaba entrenando fuerte para ello. Hay un test que recomiendan hacer dos semanas antes de una maratón para determinar tu tiempo objetivo. Se trata de hacer un 6000 al ritmo que piensas llevar, y luego otro 6000 a tope. Luego, dependiendo de la diferencia en min/km, en teoría se sabe si ese ritmo es bueno, fuerte o suave. Yo eso de a tope me lo tomo a pecho así que el primer 6000 perfecto. Con mi garmin con GPS lo clavé en 30 minutos, a una media de 5 min/km. Mi ritmo objetivo. Descanso 2 minutos al trote y otra serie de 6000 a tope. Lo primeros 2 km. “se me pasan” a una media de 3:50. Demasiado alto, y lo se ahora…
En el tercer kilómetro las sensaciones eran buenas, casi excelentes, iba exultante, pero el sóleo izquierdo me pegó un tirón impresionante. Como si me hubieran dado con una piedra en el gemelo y en el tendón de Aquiles. A duras penas acabé ese kilómetro (burro soy), estiramientos pensando en lo tonto que soy y para casa. Desde entonces lo de correr fue una hipótesis. Ningún entrenamiento salvo piscina y elíptica, y aún así me dolía. El fin de semana con el pie hinchado (cosas de la gravedad) como una bota y en alto, nada de entrenos. La semana siguiente me desplazo a Valencia y pienso que estoy recuperando algo, así que correré y, según me vea, paro. Ya, ya.
Vinieron mis tres chicas a animarme, compartimos el piso que la familia de mi mujer tiene en Valencia, con un amigo y compañero de entrenos y su familia. Todo bucólico, pero el pie me dolía algo por la hinchazón y el sóleo se resentía. Un día de compras por Valencia y decidí correr. Si aguanto un día de compras lo aguanto todo, me dije.
El Sábado salí a trotar con mi amigo. Poca cosa, 4 km. a 5 de media. Buenas sensaciones, algo pesado por la carga de hidratos (y cervezas varias), pero bien, el sóleo apenas molestaba y el pie casi no parecía hinchado. Acabé los 4 km con ganas de más, de comenzar la Maratón y a por todas.
Al día siguiente nos levantamos a las 6, desayuno y esas cosas que se hacen por la mañana antes de las pruebas ;-), charla con el amiguete y en Metro a La ciudad de Las Artes y las Ciencias. Al llegar allí un ambiente impresionante. 7000 inscritos en la maratón y otros tantos (o más) en la prueba paralela de 10 kilómetros (la que debí hacer yo). Quedamos con varios amigos que venían también de Ibiza y saludos, risillas nerviosas, chistes que reímos todos sin ganas, últimas aplicaciones generosas de vaselina y a la línea de salida. Bueno, faltaba uno que estaba intentando soltar laste, pero entre 14000 personas era difícil encontrar baño libre, así que dejó un regalo junto a tan emblemáticos edificios valencianos (no sé que pensará Rita Barberá de esto, pero es abono al fin y al cabo).
Entre risas y ánimos llegamos a la salida. Claro, como siempre los últimos. Y ser los últimos de tanta gente es estar muy, muy lejos de los keniatas y de la salida (ya no vamos a poder ganarles otra vez, cachis…). Total, 3 minutos y pico tardamos en pasar por la línea de salida desde que dieron al botón. Nuestros amigos de Sudáfrica debían estar ya entre el km 1 y el 2. difícil cogerles ya así que a hacer nuestra carrera. Pronto nos quedamos sólos los compañeros de fatigas y de entrenos, los dos Franciscos, los trimindundis como nos hacemos llamar. Buen ritmo de 5 y algo y continuamente pasando gente, haciendo requiebros y acelerones. Cómodo iba, por diossssss. El ambiente era increíble. Gente animando a cada paso, grupos musicales cada 3 ó 4 kilómetros, grupos de clowns y uno de pitufos. Genial. Iba disfrutando cada paso y pasando kilómetros sin darme cuenta. Una Speaker, en el km. 18 jaleaba diciendo que “sólo” nos quedaban 24 kms. Y pico. Graciosa la niña. Justo en ese momento empiezan las molestias en el tendón. Molestias que conozco y que son el inicio de un problema aún mayor. Decido bajar el ritmo y le digo a mi amigo que siga, que voy tocado. Responde que no, que espera, pero le digo que no es de fondo, que es mi sóleo querido. Por mi cara lo debe entender porque marcha como un trueno y le pierdo entre tanta cabeza tambaleante. Bajo el ritmo a 5:15, 5:20, pero la molestia sigue ahí. En una curva del km. 19 siento el latigazo al intentar esquivar una alcantarilla. Zas. Intento seguir corriendo pero es imposible. Me duele horrores y eso que he tomado un Ibuprofeno antes de salir para por si. Paro, estiro lo que puedo y suelto mis primeras lagrimillas de rabia e impotencia. No es justo, no me puede estar pasando esto. Siento que mi primera maratón va a ser un fiasco. Poco a poco recompongo el gesto, me envalentono y digo que no va a poder conmigo. Comienzo el trote cochinero y a por la media, luego, ya veremos. Siento dolor pero es soportable, eso si, el ritmo es cercano a 6. Bueno, ahora hay que recuperar y luego, Dios dirá…
Paso la media maratón en 1 hora y 48 minutos. Buen tiempo para lo que estoy sufriendo. Siento amagos repetidos de otra sacudida y dolor al impulsar. Luego, viendo los videos, veo que no corría, que cojeaba a saltos. En el km. 25 hay dos subterráneos con bajada pronunciada y subida. En la subida no puedo impulsar con la pierna izquierda, así que descompongo el gesto e impulso con la derecha y salto con la izquierda. De fondo genial, pero llevo una marcha triste y me pasa hasta el tato. Es triste ver que no estás dónde deberías. Pero me siento feliz por poder seguir. Quiero acabar mi primera Maratón. En el 28 hay dos voluntarios con botes de reflex, aplicando a mansalva. Espero mi turno como buen chico estirando el sóleo y me pegan una buena rociada. Si supieran lo agradecido que les estoy. Noto que poco a poco se mitiga el dolor, por eso y por otro Ibuprofeno que me he tomado y que llevaba también para por si. Vaya, esto funciona, un kilómetro a 5:20, vamos mejorando, o no?. Otra vez trallazo y a andar. Empiezo a andar en el km. 36, justo en la pancarta que es donde me pega el trallazo. Ahora haré lo que un amigo mío llama cacos caminar-correr-caminar. Sé que voy a llegar y eso me alegra pero veo que me estoy castigando demasiado si intento correr mucho. Hay que usar la cabeza, macho, y no para partir nueces. Uso el teléfono que llevo (precavido que es uno, no lo tenia muy claro yo esto, no) y advierto a mi mujer de que llegaré tarde, pero llegaré. Después,eso si, de varias llamadas sin contestación (mucho jaleo en la llegada, donde estaban). Un gracioso me hace una foto de cerca, hablando por el móvil y andando y le digo “luego la titulas avisando a la grúa” se ríe y me pide mi correo, pero no estoy yo para hacer amigos y seguro no quiero volver a ver esa foto. Le explico a mi costilla que el sóleo me la ha vuelto a fastidiar pero que voy bien que llegaré en unos quince minutos ¡¡para 2 km. y poco que me quedaban!!. Bueno, me veo bien y decido correr algo más. Pip, error otra vez, no te animes macho que el sóleo se queja. Decido ir al trote cochinero porque ya hay mucho público y no quiero defraudar a mis chicas cuando me vean llega a meta. Que no me ven, me he adelantado un poco sobre el tiempo que les he dicho y deben haberse despistado. Mi mujer me dijo más o menos dónde estaban pero, o yo no entendí bien (en mis condiciones es comprensible) o ella no se explicó (con dos fieras y entre el barullo también es comprensible). Nada más acabar se me saltan otras lágrimas, esta vez de emoción. Medalla de finisher, bolsa con recuerdos y una malla de naranjas (riquísimas). Estiro un poco y miro a ver si encuentro a los ibicencos, que deben haber llegado como hace cuarenta minutos o más. Pero no encuentro a ninguno (luego me entereré que han encontrado un puesto de cervezas gratis y están dándose un gustazo). Voy al encuentro de mi señora y nos fundimos en un abrazo y besazo. Ahora si que tengo mi recompensa. Y luego una cervecita que me trae Francisco. Ahora soy feliz. Eso si, él estaba los días siguientes, en las visitas al Oceanográfic y a los Centros Comerciales, andando como Robocop, y yo, salvo mi cojera, muscularmente muy bien y entero. Es lo que tiene no forzar. Ahora, eso si, el pie se me ha vuelto a hinchar, se ha puesto morado y de todos los colores, así que imagino que tengo un buen estropicio por esa pierna. Pero ahora toca descansar y recuperar. Hoy fiesta y ahora 3 horillas de bici (no tengo remedio…).


Un final feliz, y no contaba con ello a mitad de maratón.