sábado, 13 de abril de 2013

CRÓNICA ICAN MÁLAGA 2013. YA M45

El primer pensamiento cuando me inscribí a esta carrera fue “M45 yaaaaa?”. Ostras cómo pasa el tiempo!!. Comencé con esta locura del triatlón, como dice mi mujer, con la crísis de los 40 y ya voy camino de los 50. Lástima no haber empezado antes. Nota para mi próxima vida, si es que la hay, “empezar en esto con 12 años”. No saben los jóvenes que se van enganchando a este mundillo con veintitantos (Josef, David, Cristian, Ismael…) lo que les envidio. Pero bueno, más vale tarde que nunca y es que este deporte me está permitiendo mantenerme en una forma bastante decente. Lo que para mi edad no está mal.


El segundo pensamiento fue el de si la marca ICAN volvería a defraudarme. Ya sé que el año pasado dije que “nunca mais” al ICAN tras el fiasco del Full Ican en el que participé y que nos reconvirtieron en un duatlón largo de rara estampa. Pero tras mucho reclamar a la organización y tras varios contactos, un grupo de triatletas conseguimos que nos regalasen una participación para cualquier evento ICAN de este año. Antes de que se echasen para atrás ya estábamos inscritos en el primero que abrió inscripciones, el ICAN MÁLAGA, distancia Half; los damnificados por el Ican Paguera (Gus, Toni, Fran y yo). Al grupo se añadió el otro Fran, recientemente fichado por el triatlón Santa Eulália y buen amigo y compañero de entrenos. Una grupeta maja.

El viernes por la mañana nos embarcamos en la odisea del viaje a Málaga. Y es que salir de nuestra isla cada vez está más difícil y, sobre todo, más caro. Subimos la furgoneta de Toni (muchas gracias por todo maestro) con nueve bicis a bordo y nuestro equipaje (gran capacidad la de la Vito, me lo apunto para una próxima renovación de mi parque móvil) y disfrutamos de un viaje duro que nos dejó cerca de las ocho de la tarde en Málaga. Palizón de conducir que se dio Toni.
Desempacamos las bicis y las dejamos en nuestro particular camarote de los hermanos Max (una habitación de hotel de cinco camas) y salimos a cenar de tapas y cervezas. Un lujazo la zona centro de Málaga donde estaba el hotel. Más bien tarde y a la cama. A la cama, porque intentar dormir era más bien complicado con cinco trolebuses en una pecera. Cuando no roncaba uno era otro. Y además, la estancia era cómo dos alas y en la confluencia una cama supletoria que ocupé yo. No sabía lo que hacía pero me situé en la confluencia de los ruidos de ambas salas. Complicado dormir, pero el cansancio hizo mella y resoplamos hasta casi las 10 que Gustavo nos despertó “simpáticamente” con la melodía del “quinto levanta”. Mi mujer sabe de mis complicados despertares. A poco estuve de lanzarle una zapatilla pero me corté hasta que la sangre empezó a llegarme al cerebro.
Desayuno de campeones y a probar el mar. La Malagueta bastante fría, pero parecido a lo que ya habíamos testado en Ibiza. Dimos una vuelta completa al circuíto de la natación, tomamos referencias para el día siguiente y al Briefing.


Por la tarde a dejar las bicis, a disfrutar y envidiar los pepinarros que por allí había y a dejar a mi flaquilla con tan buena compañía. Se que me mira con tristeza en estas ocasiones porque piensa que algún día le seré infiel con uno de estos cacharros carbonizados. Por ahora puede estar bien tranquila. El “postureo” no es lo mío y menos en cuestión de bicis. Esta flaquilla de 600 leuros ha dado cuenta de cacharros aeroespaciales con triatletas con cascos aero. Una cosa, ¿qué pensarán cuando les pasa un cacharro como el mío, con un tio encima con las piernas peludas y una postura aerodinámica más que cuestionable?. 

Dejamos las bolsas en sus perchas y ya comprobé que las transiciones iban a ser largas, muy largas. Mis bolsas estaban “escondidas” entre las que colgaban de las perchas superiores y las laterales, por el poco espacio que había entre ambas. Ya nos costó encontrar nuestros números el dia previos así que ¿cómo sería el día siguiente con la vorágine?. Complicado iba a estar.
De allí a la pasta party y a sobar que estaba más que cansado de ir todo el día de un lado para otro corriendo. No es lo que aconsejan el día antes. Me notaba muy cansado y eso no es bueno. El palizón del viaje hacía mella.
Dormimos como troncos, pocos nervios había en esa habitación, roncamos como descosidos y nos levantamos a las 8. Al desayuno, preparar el material y a la zona de boxes. Buen ambiente en general. Coincidimos con varios grupos de ibicencos, los pro (Campillo, Josep, Lucas y Fran) y los que se desvirgaban ese día (Josef, David, Cristian…). Me enteré que Josep estaba enfermo con un catarrazo impresionante y que no iba a participar. Lo sentí mucho por él, de verdad, este chaval es un crack y hubiera hecho un papel importante en la prueba al lado de los élite, seguro. Bueno, es joven y tiene muchas pruebas por delante.
De allí empieza el ritual. Ponernos el neopreno, risas nerviosas, probar el agua, risas nerviosas, ir a la cámara de llamadas, risas nerviosas, ocupar nuestro lugar en la salida, risas nerviosas y pistoletazo de salida, se acabaron las risas. Y es que el que diga que no se pone nervioso en estas circunstancias o no tiene sangre o va sedao.


Me coloqué en el lateral derecho. Entramos de los últimos en la zona y empecé bastante detrás. Demasiado detrás por lo que vi después.
Nunca he entendido demasiado esto. En un MD no ganas demasiado colocándote delante en la salida si luego tu nivel de natación no es el adecuado. Y te predispone a llevarte la del pulpo. Y aún así se colocan en primera línea nadadores de última línea. Cada uno hace lo que quiere, por supuesto, pero no es lógico. Se evitarían muchos golpes y problemas si cada cual saliese dónde su nivel le va a permitir nadar en los primeros 200 metros.


Así que, tras la salida, golpes y más golpes para hacerse sitio. Me escoro demasiado a la derecha y, aún así, no paro de dar golpes a los que van delante, casi parados. Me llevo también algunos, pero se que si soy conservador se me escapa mi grupo y luego me toca a mi tirar de unos cuantos.
Llego a la primera boya mal situado, tengo que hacer una diagonal porque me queda muy a la izquierda, y me meto en un grupillo de nadadores que me expulsa otra vez muy lejos de la boya. Así que nado muy a la derecha todo el rato hasta que, entre la primera y la segunda boya puedo unirme a un buen grupito. Con buen ritmo,  me dejo llevar unos metros, pero este tampoco es mi ritmo, me hace relajarme demasiado, así que aprieto un poco para intentar coger a otro nadador que iba unos veinte metros por delante y que pude comprobar que estaba pasando gente con facilidad.
Cuando llego a sus pies descanso haciendo drafting hasta la segunda boya. Me he pegado un buen palizón intentando coger su estela, pero ha valido la pena. El ritmo es bueno y pasamos nadadores constantemente. Entre la segunda y la tercera boya le relevo y noto cómo me toca los pies de vez en cuando. Buena colaboración, si señor. Tiene un Orca Alpha que es muy visible.
Cuando llegamos a la tercera boya compruebo que no hay casi nadie junto a ella, así que me dirijo a bordearla de cerca y, cuando estoy dando la vuelta, no sé de dónde, salen unos pies que me pegan una buena patada en la cara, en el pómulo izquierdo. Imagino que era un nadado que, tras pasar la boya, estaba cogiendo referencias parado y que había iniciado otra vez su marcha.
Me hizo polvo, por un momento no sabía ni qué hacía allí ni que hacía toda esa gente con gorros azules pasando por todos lados. Una sensación rara, se ve que mis meninges estaban frías y que el golpe había echo mella. Estaba "ko" y mareado. Así que me separé de la marabunta y me quedé unos momentos tumbado boca arriba hasta que pude centrar la vista. Desde una tabla un voluntario se interesó por mi estado, así que le hice la señal de OK con el dedo gordo y vuelta al lío.
Pero mi referencia ya se había marchado hacía tiempo, y comencé a nadar despacio, asimilando lo ocurrido y, lo reconozco, algo asustado. No me suelo marear nadando ni en el mar, pero tenía una sensación rara. Así que a fluir de nuevo y a disfrutar. De nuevo no estaba en mi grupo de referencia, así que a pasar gente. Un lío. Unos se iban por la derecha, otros por la izquierda, así que me dejaban el carril central para mi solito. Con mi referencia bien tomada del día anterio entre las dos primeras grúas del puerto, llegué sin pena ni gloria a la última boya, la roja. De ahí un pequeño sprint para activar las piernas y toqué la arena. Al mirar mi Garmin no me lo podía creer. 36 minutazos. Mi peor tiempo con diferencia en esta distancia. Estaba frustrado porque sabía que habría arañado al menos dos minutillos al reloj si hubiera seguido con el Orca Alpha y no hubiera tenido el incidente de la boya. Pero aún así 34 minutos hubiera sido un mal tiempo con el mar en calma. Luego, mirando los datos GPS del Garmin, y trazando líneas rectas entre los puntos de giro donde estaban las boyas (porque el Garmin en el agua dá datos muy erráticos), pude comprobar que habíamos nadado 2.150 metros. Si es así, y con los que hice de más por abrirme en los dos primeros tramos, no está tan mal. Ahora contento, pero entonces muy defraudado con mi natación, en lo único que puedo dar guerra.

La línea roja es "mi ruta", la amarilla la medida entre las zonas donde estaban las boyas, en línea recta 2.160 metros.
Transición larguísima corriendo con dos muñones helados hacia la carpa. Una vez allí el desconcierto made in ICAN. No encuentro mi bolsa BIKE. Está un metro más allá de su percha. Se ve que a alguien le había molestado, y lo entiendo. Intento hacerlo rápido pero estamos como piojos en costura. Dejar la bolsa en su percha es otro reto, buscando el enganche y levantando las de arriba y separando las laterales. Más de 7 minutos de transición. Entre esto y la natación vamos bien macho. Cuando estoy intentando dejar la bolsa, tras unos 3 ó 4 minutos de haber llegado a la zona, llegan Fran y Gustavo. Les dejo sitio y a lo mío.
Cojo la bici con ganas, muchas ganas, y cojo pronto buen ritmo y buena cadencia. Como siempre, paso algunas bicis en el comienzo ya que no muevo las piernas en la natación y salgo, normalmente, muy fresco. Paso pepinarros y eso anima muchísimo ¿eh Josef?. El circuíto es fácil y tiene tres repechos suaves y fáciles así que llevo buena media. Hago la primera vuelta en 52 minutos. Vamos genial.

Por el camino hay verdaderos grupos de triatletas haciendo lo que parecen relevos. Cuándo entenderemos todos que es una prueba individual?. Cuando pasas te intentan seguir y cuando te pasan tú, como marca el reglamento, te dejas caer. Un triatleta de mi grupo de edad o superior, con acento vasco (inconfundible por su “dejaría”) me mira cabreado cuando echa la vista atrás tras pasarle una grupeta haciendo relevos y me dice al pasarle un rato después “si me dejaría caer cada vez que pasa alguien no salgo del puerto, pero no pasa nada, a los oficiales he visto que les hablas en andaluz y sólo te avisan”. Tiene razón, el circuíto es muy corto y es muy difícil dejarse adelantar cumpliendo el reglamento porque pasan uno tras otro y no puedes coger tu ritmo en minutos.
En la segunda vuelta, al encarar la última rampa tras el punto de giro más alejado a meta, noto amagos de rampas en el vasto interno derecho. Me cabreo, “ya estamos otra vez”, mira que me he puesto hasta el culo de magnesio, de sales, me he hidratado todo lo que puedo. Pero no hay manera, es mi cruz. Así que aflojo un poco el ritmo en la subida y no aprieto demasiado en el llano porque la sensación sigue ahí y no m abandonará durante toda la carrera. Aún así buena segunda vuelta en 54 minutos.

Constantemente me cruzo con amigos y nos saludamos y damos ánimos. Es lo bueno de un circuíto tan corto a tres vueltas. Les veo bien.
Mi tercera vuelta ya es un calvario. Voy muy bien de fuerzas, pero al vasto interno derecho se le ha sumado ya el izquierdo y eso no significa nada bueno. No es algo postural o de un músculo. Así que mucho tiento para no rampar del todo, agradeciendo la ayuda de las perneras de compresión. Así, a duras penas, llego a la T2. Sabiendo que ese no era buen presagio para la media maratón que me esperaba. 2h 48 minutos que no están mal pero que podían haber sido mejores. Vamos a correr un poco a ver si se sueltan las piernas.
Desastre mayúsculo en la zona de transición. Mi bolsa esta vez si está en el gancho, pero empapada por el neopreno chorreando de una bolsa BIKE que estaba encima. Temo que se me hayan encharcado las zapatillas y así es. La derecha me hace chof chof a cada paso durante unos kilómetros.
Empiezo la carrera bien, por debajo de 5 y sin demasiadas molestias. Pero llevo un buen rato en la bici con el bajo vientre a punto de reventar y ahora ya tengo hasta frío y molestias, así que a buscar los servicios que nos dijeron que habría en la zona de avituallamiento de la carrera. Veo una caseta de aseos, sólo una, pero compruebo que no está cerrada, está en “verde”, así que abro la puerta con las prisas lógicas de estos momentos y, al levantar la cabeza, veo un tio en cuclillas encima de los laterales del “agujero”, con el mono de una pieza a la altura de las rodillas, y dos bultos colgando debajo. Rápido se dá cuenta y me dice “cierra, cierra”. Bueno, más bien “sierra, sierra”, que era de la zona. Vaya papelón, las voluntarias justo enfrente, pero veo que no habían advertido nada. Al rato (se me hizo eterno por la urgencia que llevaba), sale “mi amigo” riendo. Le digo que hay que cerrar y me dice que no se dio ni cuenta con la urgencia que llevaba. Lo entiendo, entro, adopto la misma postura que él tras cercionarme que había cerrado bien, y alivio mi vientre. No hay papel, vaya, vaya, vamos a estar oliendo a chotuno un buen rato. Salgo, un vasito de isotónico y a correr. Ahora mucho más relajado. Voy bien, pero sigo con las molestias en los vastos y cuando intento tirar más de la cuenta me avisan que están ahí y que pueden hacerme el resto de la carrera aún más dura. Me cruzo con los amigos y nos damos ánimos, cada uno va a lo suyo y es que de eso se trata este deporte. No tienes que demostrar nada a nadie, sólo a ti. Si das lo que tiene ya puedes irte contento a casa. Y ese fue el caso. Nunca había bajaod de las dos horas en este trámite. Soy muy malo corriendo, lo reconozco, es mi punto más débil. Pero disfruto mucho a mi ritmo. Primera vuelta por mi mujer, la que me permite compaginar todo para disfrutar de esto. Segunda vuelta por mi hija Lucía. Tercera vuelta por mi hija Laura. Y última vuelta por mi, por mis madrugones para entrenar, por esos días que no apetece, por correr de noche con frontal porque no hay otro momento, por haber descubierto esto. Los últimos 5 kilómetros ya voy gozando e incluso pasando gente, cosa rara en mí. Al final, 1 hora y 49 minutos de carrera. Aunque según mi Garmin había algo menos de 20 kilómetros. Bueno, dadas las circunstancias, una media de 5:30 para mí está muy bien.
Llego a meta en 5 horas y 24 minutos con la sensación que podía haber corrido, a ese ritmo, muchos kilómetros más. Buen test para el full de Calella de Octubre. Soy diésel, lo sé.

En cuanto llego le pido a Toni el teléfono para llamar a mis chicas. Cómo las he echado de menos!. Un momento de emoción (cada prueba menor, lo reconozco) y a reponer fuerzas.
En resumen, contento por las sensaciones y porque me he notado fuerte. Quizás haya descuidado un poco la natación, pero el tiempo que estoy dedicando a la carrera a pie está empezando a dar sus frutos. Tendré que seguir investigando por qué me vienen esas rampas, pero no me preocupa demasiado porque veo que las musieras me retienen bastante bien los calambres e impiden que vaya a más. Buena adquisición.
Buen fin de semana triatlético rodeado de amigos. Echando de menos a mis chicas pero no se puede tener todo. A la Challenge iré con la familia, hay que repartir y minimizar gastos, que la cosa está jodia.
En fin, no está demasiado mal para un M45.