jueves, 14 de febrero de 2013

CRÓNICA TRIATLÓN MD ICAN MALLORCA 2011

Nuevo aprendizaje triatletero. Hay que entrenar a la mente para que venza los inconvenientes que le pone el cuerpo en tu camino a la meta, pero aún más has de estar preparado mentalmente para vencer los inconvenientes que puedan producirse por tu material o por otros factores externos. Y que no den al traste con tu sueño…
Esta temporada ha sido dura. Buenos entrenos desde enero que están dando sus frutos progresivamente. El objetivo. El campeonato de España de Triatlón Larga distancia y prueba mundial de las series ITU de la especialidad. El respetado Home de Ferro. En el camino muchos duatlones, triatlones cross y sprint, carreras populares y travesías. Además de dos triatlones de media distancia. Uno en Junio, Irontrimallorca doble olímpico. Y otro en Septiembre, I CAN, half Ironman. Buenos test para medir la progresión. Test que me estaban diciendo que iba por el camino correcto. Pero al fin y al cabo test, no la prueba objetivo anual.
Pero el Home de Ferro ha pasado a la historia por problemas burocráticos y económicos. La clase política insular entiende bien poco de deporte (ya se les ve en las fotos, orondos y felices inaugurando cualquier chorrada inútil), tan poco como la nacional, pero además olvidando que el nombre de Ibiza es referente turístico y que todo lo que sea ampliar la corta temporada estival es muy beneficioso. Aunque perjudique a dos vecinos que no pueden salir con su coche a tomar su cervecita matutina (para urgencias te abre paso la Guardia Civil) un domingo por la mañana, Triste pero somos así. No nos quejamos del macrobotellón que nos organiza MTV todos los años (no es otra cosa), de las fiestas de las discotecas hasta altas horas y los After por las mañanas. De las construcciones a todas luces ilegales aquí y allá por donde mires. No, nos quejamos de eso, de las molestias que nos ocasionan esos espabilaos en bici o corriendo (gracias a Dios nadando no molestamos demasiado) que me hacen parar quince minutos en un cruce cuando llevo prisa para esa cervecita o para recoger la prensa a pesar que me han avisado desde hace dos semanas con carteles que ese día lo tendré un poco difícil de 7 a 15 horas (todo el día?). Pero bueno, debe ser el mismo flipao que se incomoda y pita cuando ve a dos ciclistas en paralelo (si, es legal señor-@...) y que luego te pasa rozando con un mosqueo del doce (he pensado en llevar piedras en los bolsillos de mi maillot pero luego pienso que si las llevo las uso, casi a diario).
No se piensa en los cientos de sueños truncados, de horas de duro entrenamiento sacando tiempo donde no lo hay, de robar horas al sueño y a la familia. De lesiones. De accidentes. De compra de material específico. De vacaciones programadas de muchas familias. Somos bichos raros, miles de bichos raros. Cientos de bichos raros que íbamos a competir en esta prueba y que era nuestro objetivo del año. Pero ahora es historia y hay que sobreponerse. Vamos al Ican.
Es la primera vez que salgo a una prueba que se realiza fuera de la isla sin la familia. También será la última. Me ha faltado mi afición y, por lo que he visto después, mi talismán. No es lo mismo llegar a meta y que la medalla te la ponga tu hija y recibas su beso y el de tu mujer que llegar entre aplausos (un 10 para todos los aficionados que animaron durante todo el recorrido) anónimos y dirigirte a la zona de recuperación más sólo que la una. Eso no motiva, al menos no a mi.
Esta vez he estado, y esta es la parte positiva, rodeado de triatlón y respirando este deporte durante tres días. Marchamos 9 javatos desde Ibiza el jueves por la noche en tres coches. 9 triatletas de todos lo niveles. Muy buen ambiente que seguimos durante toda la expedición a Mallorca y esta es la parte positiva. A algunos ya les conocía bien, otros les conocí personalmente ese día y rápido conectamos. Este deporte une mucho y no te quedas sin conversación. Es como la natación, dos nadadores de verdad es difícil que no conecten pronto. El viernes marchamos a probar el circuíto de bici (durillo) y a recoger las bolsas de corredor y los dorsales. Ya se palpaban los nervios en el ambiente pero el calor del grupo reconfortaba. He estado más nervioso que cuando voy con mis niñas. Eso de respirar triatlón todo el día puede llegar a ser contraproducente porque no dejas ese ambiente quieras o no. Visitas obligadas al Decartón (no tenemos en Ibiza), a dejar la bici y el material en boxes, a la pasta party y a dormir.
El sábado amanecimos a las 5 de la madrugada. Nos metimos el desayuno a la fuerza, nos relajamos un poco y a boxes. Preparamos todo el material, nos damos ánimos y vamos a la playa a animar a Xicu, el único que se ha atrevido a hacer el full Ironman y que acabaría en once horas y poco. Un mákina y excelente tío. A las 7 salían los del full y empezábamos a calentar los del half. El agua estaba como una piscina y calentita, así que fui a calentarla un poco más. Ufff que gustito… Se me olvidaba la visita al aserradero a sacar la leña de las 5 de la mañana. Luego ya no hubo necesidad. Truco nuevo triatletero. Por la mañana, antes de desayunar, fortasec y protector gástrico. Ni un apretón hasta el día siguiente, tu. Perfecto, anotado en la agenda de cosas a hacer.
Caliento mis cinco minutillos en el agua y salgo a charlar con los amigos. Tengo muchos triatletas conocidos en Mallorca y nos damos ánimos siempre, además de los ibicencos expedicionarios.
Buenas sensaciones desde antes de empezar. Mucha gente (entre individuales y grupos seríamos unos 350) lo que presagiaba muchos golpes en la salida, así que decido sacrificar algunos segundos saliendo desde el lateral izquierdo. Lo más alejado a la primera boya y donde menos gente había. Bocinazo y a las ocho en punto al agua. Los primeros doscientos metros, como siempre, recibiendo y dando. Veo que voy muy abierto pero no me dejan coger el rumbo bueno, así que tengo que parar tres veces para dejar pasar gente de esa que sale como si disputara un quinientos, y desviarme a la derecha. Una vez en el rumbo empiezo a dar cera. Me gusta salir normal e ir apretando y cogiendo gente. Es reconfortante ver que todos esos que te han pasado en la salida como sputniks se han quedado sin keroseno. Soy diésel y esto me va bien. Debería salir con los de mi nivel y procurarme unos buenos pies, como hacen muchos, pero sería un gasto inicial muy elevado y en un triatlón de más de cinco horas no estoy dispuesto a sacrificar ese inicio. Quizás me equivoque, eso me han dicho muchas veces, pero me va bien. Pronto cojo ritmo y voy avanzando. Por un lado, por otro. No se acaba el río de gente nadando. Yo a lo mío. Se acerca la primera boya de un trazado triangular de 1.900 metros y ahí se estrecha el embudo. Otra vez golpes y me salgo a la derecha, a unos 5 metros de la boya y aquí se nada mejor. Enfilo el otro vértice con buena técnica y algo más de cadencia. Noto cómo cojo agua. Voy bien. Me acuerdo de vosotros y de esas crónicas que me han divertido y emocionado a partes iguales. Me gusta nadar, me siento bien, es precioso y con ese mar… indescriptible. De pronto me doy cuenta que me estoy evadiendo de la competición y que me quedo cortado. Dejo de pasar gente y los que van por delante me llevan unos 20 metros. Miro atrás y veo el trenecito que suelo organizar de los rémoras que aprovechan mi rebufo. Me pasa casi siempre también. Algunos de los que paso se me pegan y me siguen lo que pueden. Veo unas 5 ó 6 cabezas en perfecta línea. Amos anda!. Aumento frecuencia para intentar pillar a los de delante y dejar a los de atrás. Inicio batido de piernas que hasta entonces era simplemente estabilizador y a rompemákina. No pillo a los de delante. Mucho espacio para luchar sólo. Pero los de atrás van ya a unos10 metros y ya se han desperdigado los muy ca…..
Llego a la segunda boya, vértice final del trazado y decido mantener el ritmo porque estaba a gusto y conforme. Pocas cabezas por delante y algunos rezagados de los que salen a hacer un 1500 que voy pillando y dejando. Ahora si que esprinto un poco para adelantar y que no se me peguen. Salgo del agua en el puesto 51. Vamos bien, no lo hemos dado todo pero es que queda mucho.
La primera transición bien. En mi estilo, poniendo calcetines y dándome protector solar ya que el día era de mucho calor y sol. Dorsal, botas, bebo mi powerade con gel, preparado que dejo siempre en esa bolsa. Y a por mi flaquilla.
Empiezo la bici con muy buenas sensaciones. Las piernas funcionan. La bici vuela. Me acoplo en cuanto puedo y a devorar los 90 kilómetros. El circuíto era sinuoso y tenía buenas subidas. Pero me gustó. En las subidas pasaba a gente, me pasaban otros y en los llanos más de lo mismo. No sabes, con tanta gente, cuál es tu posición real pero disfrutas, como un “gocho en lodazal” que diría un amigo. En los puntos de cruce tomaba referencias de los otros ibicencos e íbamos por el estilo. Como y bebo lo programado. Saludo a los amigos y a lo mío. Los primeros 15 kilómetros son de subida constante con rampas duras y menos duras. Lo bueno es que a la vuelta son de bajada y podremos relajar antes de empezar a correr la media maratón. Ja.
Subiendo la última rampa no meto plato pequeño y me digo para mi mismo que ya no hace falta, sufro ese repecho y a bajar. Así que me subo encima de la bici y lo doy todo. Subo a 28 km/h en una zona en la que normalmente subiría a 15 ó 16 como mucho. Un último repecho, pego patada fuerte y “clack”. ¿Clack?, si, un radio de la rueda trasera roto. Meto plato pequeño y el piño 25 y llego como puedo al alto. Pero noto que la bici se bambolea y está frenada. La rueda de atrás, perfil 50 de carbono está hecha una ese. Usan mucha tensión estas ruedas y la rotura de un radio es calamitosa. Ya lo había sufrido antes, en entrenamientos. Paro en una curva a derechas a minimizar daños y me grita algo una oficial que pasa en una moto. No lo entiendo y sigo a lo mío. Miro otra vez y la veo alejarse con cara de enfado. Abro lo que puedo el freno trasero y meto el radio entre otros porque iba golpeando el cuadro. Sigo la marcha. Joder, esta bajada la estaba esperando como agua de mayo. Me pasaba la gente a 50 ó 60 y yo iba a 25, 26. Muchos de los que había pasado me pasaban y miraban extrañados. No podía ir acoplado porque la bici temblaba. Además casi no llevaba el freno trasero. Iba con un cabreo del 13. Al acabar la cuesta abajo vuelvo a parar y suelto el cable del freno trasero porque seguía frenando. Ahora si que no tengo freno trasero. Nada de nada. Pero en llano iba mejor y no perdía tanto tiempo. Luego, en la ciudad, mucho cuidado y anticipar las frenadas con el freno delantero. Un par de sustos porque la rueda estaba cada vez peor pero llego a la T2.
Entro y me dirijo unos 150 metros al lugar donde debía dejar la bici. Buen parcial a pesar de todo, hice 2h49 en los, justos, 90 kilómetros. Si no hubiera sido por el radio y las dos paradas calculo que hubiera rozado las 2h40 y eso para mi nivel está muy bien.
Al momento viene una oficial gritando que me tenía que parar en el Penalti Box 5 minutos porque tenía una amarilla. Pregunto por qué, pero no lo saben. Dejo la bici y vuelvo a recorrer los 150 metros hasta la zona de penalti. Con un cabreo ahora del 26. Pregunto el motivo a la juez y me dice que no lo sabe, que tiene un listado de drafting pero que a mi me habían pasado aparte y que desconocía el motivo. Imagino que sería por lo de parar en la curva y me cabreo aún más. Es cierto que estaba en la trazada pero con visibilidad. Y era una urgencia mecánica. Bueno, ajo y agua. Lo malo es que en la zona de penalti box no puedes correr ni nada por el estilo. Estiras pero te quedas frío. Pregunto si puedo salir algo antes ya que me han ido a avisar a la zona de boxes y no cuando pasé por el penalti box, como era su obligación, habiendo perdido un tiempo adicional por su culpa. No les gustó y me dijeron que no, que 5 minutos. Me comía la lengua, no me la mordía, me la comía. Tenía una mala leche del carajo y me dicen que si quiero saber el motivo de la tarjeta que ponga 50 euros de fianza y una reclamación. Les digo que no tengo suelto y ponen otra vez mala cara. Varias veces me advierten que no puedo moverme tanto, que les desconcentro, así que paradito y estirando no vayamos a liarla más. Me levantan el castigo la profe y su acólita y marcho corriendo hacia la transición a ponerme las zapas de correr. Todo esto ya descalzo y con el casco y botas en la mano. Otra vez los 150 metros. Cabreo del 39. La gorra, zapatillas, un voluntario me dice que me lo tome con filosofía y le digo que soy de ciencias puras, con media sonrisa y guiñando un ojo. Se ríe y se encoge de hombros. Y a correr. Estoy frío, me he quedado parado tanto tiempo que ahora no consigo entrar en calor. Mi cuerpo cree que ha acabado y no quiere volver a empezar. Malas sensaciones corriendo desde el principio, además desmotivado y cabreado con la juez, con la rueda, conmigo…
Y afrontar una media maratón así es difícil. Bajo un sol de justicia y un calor inaguantable. Aguanto un ritmo mediocre, muy distinto al que tenía entrenado y probado en entrenamientos multitransiciones. Pero es lo que hay. Quiero llegar y olvidarme del tema. Pensar en el Home de Ferro me reconforta. Además no estarán mis niñas esperándome en meta. Es duro correr así. Pero hay que sobreponerse. Voy bien de respiración pero las piernas siguen sin responderme en el kilómetro diez y medio, mitad del recorrido y vuelta. Me pasa mucha gente. Pero paso a otros que van parados, acalambrados, descompuestos…
Paso a un amiguete de Ibiza que va andando por un problema en la rodilla izquierda y le animo. No sé de donde saco ánimos pero le fuerzo a seguir y a no parar. Al poco desiste y sigue andando. Aflojo y miro para atrás pero no puede de verdad. Es físico, no psicológico. Nos veremos en la meta. Aprieto los últimos 4 kilómetros y paso mucha gente. Voy entero y bien, algo cascado de cuádriceps pero a buen ritmo. Acabo mejor que empecé. Me emociono porque he pensado en varias ocasiones en tirar la toalla. Del cabreo más que del cansancio. Otra vez los pelos de punta. Aplausos del público en los últimos quinientos metros. Saludo a la gente. Busco instintivamente alguna cara amiga pero no conozco a nadie. Si estuvieran aquí mis chicas… Paso bajo meta contento. Medalla y camiseta de finisher y a la zona de recuperación. Me encuentro con los míos y me dicen que hay cerveza. ¿Cómo?. Me casco 3 San Miguel en menos de diez minutos, tras haber comido tortilla, coca, embutido y pasteles varios con isotónicos. Soy feliz de nuevo. Hasta que me dicen lo del Home de Ferro.
Esa tarde piscina del complejo hotelero, ducha y de paseo. Luego a olvidar las penas con unas cervecitas. Estábamos todos mosqueados por lo del home de ferro. Buen ambiente que hace que te olvides de todo (la cerveza también ayuda). Y vuelta a casa.
Ahora ya no sé que entrenar y qué hacer. Seguro prepararé la maratón de Valencia. Y seguiré nadando, que en el fondo es lo que me gusta, lo que nos gusta.
Atrás quedan las anécdotas de un triatlón duro por el trazado, las circunstancias, el calor, las averías, las injusticias de los oficiales y la soledad en la llegada. Quedan esas anécdotas como la de la señora que nos regañaba porque nos iba a coger el de atrás, toda enfadada. La del voluntario que te echaba, sin pedirlo ni esperarlo, agua helada en la espalda en la carrera a pie. La de la equivocación con dos vasos en las manos, uno de cocacola y otro de agua, se debe mirar lo que contiene cada uno porque, si no, te echas por encima la cocacola y te bebes el agua (pringao me puse, menos mal que hay duchas en el paseo marítimo…). La del grupo de chavales en MTB que te pedían un bidón de la organización (dos les tiré, había un avituallamiento cerca). Y otras que me dejo en el tintero por no prolongar más vuestra agonía. Un abrazo y perdón por el ladrillazo pero así me desahogo.


miércoles, 13 de febrero de 2013

CRÓNICA TRIATLÓN DOBLE OLÍMPICO IRONTRIMALLORCA 2012

IRONTRIMALLORCA 2012.

Hay días en que sientes que te ha mirado un tuerto, o una serie de tuertos, como fue el caso. Sin duda el triatlón de larga distancia en el que más he sufrido, y el que más me ha costado acabar. No dignamente, acabar simplemente.
Venía fuerte a este triatlón. Estaba nadando bien, en bici rodaba bien y subía mejor, y corriendo me sentía muy cómodo rodando por debajo de 5 min/km en carreras de menos de 20 km. Y encima me había traído a mis chicas, cheerleaders particulares que hacen que todo sea más especial y mis talismanes. Nada podía fallar y esperaba mejorar, por bastante márgen, mi marca del pasado año a pesar que habían cambiado el circuíto de bici y que el de este año tenía unos kilometrillos de más y muchos toboganes rompepiernas.
Pero el viaje comenzó a torcerse cuando nos dejamos olvidado en casa el neceser con todos los productos de baño de mi costilla y de mis costillitas. Pasamos buena parte del día siguiente a nuestra llegada a Cala Millor comprando lo necesario de tienda en tienda. Pero bueno, sin problema.
El viernes a primerísima hora salgo a probar el circuíto de bici. Joer, rompepiernas es poco, no podías acoplarte casi en ningún momento. O estabas subiendo o bajando, eso amenizado por multitud de curvas sin visibilidad y por un asfalto quebrado en carreteras de tercera. Hice los casi 41 km de una vuelta y supe que iba a ser duro y que podría a prueba la fiabilidad de mi montura. El recorrido me cargó mucho la zona de apoyo en el sillín situada al final de la columna. Llevaba 10 kilos en mis tubulares y decidí, para la carrera, bajar un par de kilitos para hacer que los neumáticos absorbieran más las irregularidades del terreno y que no fueran mis posaderas las que lo hicieran. Así lo hice y dejé ambas ruedas en 8 kilos, una presión que nunca había metido y el límite inferior recomendado de los tubulares que llevaba. A la postre craso error de principiante según me confirmaron varios entendidos.
El resto del viernes comprando lo necesario y con mis chicas, disfrutando del viaje. Turismo de triatlón, que es lo que hacemos en estos últimos dos años.
El sábado recojo las bolsas de corredor y voy a dos charlas muy interesantes. Luego a la pasta party, donde coincido con varios amigos que habían venido de Ibiza, con los que mantengo una buena charla durante la cena y la post cena.
El domingo amanezco a las 5:30, desayuno todo lo que entra (a mi por la mañana no me entra casi nada), me tomo mi fortasec y mi ranitidina, cojo los aparejos y a la playa. Media horita de paseo muy, muy lento que me sabe a gloria, por el paseo marítimo de Cala Millor, una gozada que me relaja y me hace ver lo afortunado que soy de poder disfrutar de lo que me gusta en este marco perfecto.
Llego sobre las 7:30 a boxes y allí me encuentro con muchos amigos de Mallorca y la expedición Ibicenca. Muchos nervios en el ambiente, risas nerviosas, comentarios sin sentido, revisión una y otra vez de las monturas, kilos de vaselina, neopreno y a probar el agua. He dejado las barritas y los geles en la flaca y la he revisado por encima. Todo bien aparentemente. Aparentemente…
Tras varias pruebas estoy convencido que la mayoría de los nervios que detecto y que en mi caso casi no aparecen, se deben al miedo al sector del agua. Precisamente el que yo más disfruto. Mis nervios comienzan al finalizar la bici y empezar a correr, mientras compruebo como van mis sensaciones ese día y me hago una idea de cómo será esta última parte de la prueba, mi tendón de Aquiles sin duda. Pero la inmensa mayoría están desencajados mirando al mar. Me coloco en un lateral, el más alejado a la trayectoria ideal a la primera boya. Sé que nadaré unos metros de más pero eso no me importa si hago una primera boya limpia. Poco más tarde de las 8:30 pistoletazo y al agua.

Como siempre, parece que vayamos a hacer un 500. Salgo fuerte pero regulando y compruebo que somos pocos los que regulamos. Tengo a casi todos los participantes a mi izquierda, precisamente por donde respiro (soy así de globero y no respiro por la derecha a no ser que el mar me obligue). Unas frecuencias de brazada bestiales para poder mantenerse. Sé que de todos esos que van a mi ritmo pero que dan dos brazadas por cada una mía, pocos llegarán conmigo a la primera boya, y menos a la T1. Estoy en lo cierto, y ya en la primera boya ajusto el ritmo a un grupillo en el que veo a un ibicenco de mi club que se estrena en larga. Josep, un mákina de 19 añitos. Gana todo en Ibiza, es bueno nadando, muy bueno en bici y excelente corriendo. Sé que quedará bien. En las travesías de Ibiza suelo nadar cerca de él, pero, si hay varias vueltas, cada vez que echamos pie a tierra se me va muchos metros, sale disparado y ya es difícil volverlo a coger. Pillo sus pies y el ritmo es bueno. Vamos unos 5 triatletas en el grupo. Vamos pillando a algunos y les pasamos. Las posiciones en el grupo se intercambian constantemente salvo porque el que tira, siempre, es Josep. El recorrido es a dos vueltas de 1500 metros (bueno, por los tiempos de todos determinamos que serían unos 1600 por vuelta).

Primera salida a tierra y compruebo lo de siempre, cuando me quiero dar cuenta Josep se marcha como alma que lleva el diablo. Y el grupo, ahora de 5, hacemos lo que podemos para recuperarle cuando volvemos al agua. Nos cantan en el giro que vamos entre los 10 primeros. Bueno, salimos 78 más 5 equipos, así que no está mal. Antes de llegar a la primera boya ya toco los pies de Josep otra vez. Me ha costado un imperio pillarle y llevo en hilera a los compañeros de fatigas que no me han dado ni un relevo, así que ahora me dejo caer al final de la fila y disfruto del sabroso drafting. Parecemos un pelotón ciclista, ni habiendo llegado a un acuerdo antes de la prueba lo hubiéramos hecho mejor. Eso si, última boya y globero el últimoooooo. Lo que era una fila vertical se convierte en una horizontal. Noto que voy bien y aprieto un poco, pero me responden por todas partes, así que me limito a no caer del grupo y reservar para la bici. Josep se marcha unos metros y tras de él los demás. En la primera transición nos saca unos 10 segundos (vuelve a salir del agua como si volara…) y le sigo a regañadientes, él 6º y yo 7º de este primer sector. Bien. Le animo en la carpa en la que nos quitamos el neopreno, sé que ya no le voy a ver salvo en los cruces, me ofrece una señorita de la organización si quiero crema solar y le digo “si me la pones tu…”, me dice que claro, y me pringa bien de protección solar, al llegar de la bici sería protección solar con mosquitos.
Primera transición cómoda. Me suele pasar, no uso apenas las piernas en la natación y salgo con ellas frescas. Pero al intentar acoplarme en el primer semi-llano que veo, los acoples se me caen para adelante. Van muy flojos y no llevo llave alen para apretarlos. Bueno, tampoco hay mucho sitio donde acoplarse así que… Lo que no entiendo aún es cómo se aflojaron si hace casi un año que no los toco, será el relente que les cayó durante la noche, no lo entiendo. Me fastidia algo más porque llevo un bidón entre los acoples, y no para de zigzaguear con cada movimiento y no hay quien beba y resulta molesto cuando pedaleo de pie. Los primeros kilómetros de bici mantengo un buen ritmo cuando lo habitual es ir progresivamente. No paso a nadie (los 6 de delante iban follaos), pero sólo me pasan dos en los primeros 20 km, uno de ellos Miniño, un mákina mallorquín, y paso a muchos del Olímpico que habían salido 10 minutos después pero que sólo hacían 1500 de natación.
En la primera vuelta de 41 km veo por primera vez a mis cheerleaders, les digo que voy genial y me animan.

Desde el Ican del año pasado que decidí que no voy a ninguna prueba si no vienen conmigo. Esto no se paga. Mantengo buen ritmo y bebo y como según lo previsto. Pero sobre el km. 50 oigo psssss en la rueda delantera. Mis peores augurios se convierten en realidad. Pinchazo tremendo porque la rueda ha tardado menos de 5 segundos en perder todo el aire y eso no es bueno. Paro cabreado a un lado de la carretera, y me dispongo a usar el spray antipinchazos aunque ya imagino que no servirá para nada porque el desastre tiene que ser gordo por el poco tiempo que he tardado en perder toda la presión. Efectivamente la espuma sale a la misma presión que entra por un lateral de la rueda, justo donde la válvula, poniéndome pringado. Mal asunto, toca cambiar el tubular, por suerte llevo uno de recambio. En esto para una moto con un juez que se interesa por el problema, se lo cuento y se queda al margen, más que para ayudarme para comprobar que nadie me ayuda. Bueno, al curro, toca quitar el tubular, que no sale ni a la de tres. Bien pegado está el jodio. Me cuesta un imperio y mucho, demasiado tiempo sacarlo. Ahora a poner el de repuesto. Otro error, el de repuesto tiene que ser usado y el mío era nuevecito, nuevecito. Los usados están dados de si y entran mejor. Otros buenos minutos para ponerlo, compruebo que no queda bien centrado al hincharlo un poco, así que a desmontarlo y montarlo de nuevo. Me pasa hasta el tato, con lo que mi cabreo va en aumento, de ahí los nervios, las prisas, y esas prisas no son buenas. Me pasan amigos que se interesan por mi estado, incluso me ofrecen ayuda y les digo que no hace falta mirando de reojo al juez que sigue ahí impasible. Vuelvo a montar con mucha dificultad el tubular, le meto la presión que puedo con la bomba de mano. Poca presión para un tubular pero poco más se puede hacer, estos 30 kilómetros que quedan van a ser muy duros y habrá que tener mucho cuidado en las curvas por si destalona el tubular. 18 interminables minutos después, según mi Garmin, me dispongo a iniciar la marcha, pero el juez me indica que no debo dejar nada allí, así que me coloco el tubular cascado hecho un 8 entre los hombros y el cuello (tipo Bahamontes en sus mejores tiempos) y recojo hasta un bulón del spray que usé y que se había salido. Inicio la marcha otra vez y compruebo que he de tener mucho cuidado con la rueda de adelante, poca presión y posibilidad de destalonamiento porque el pegamento no pega igual la segunda vez que la primera. La válvula del tubular que pinchó se ha salido de su emplazamiento por un lateral y por ahí salía el aire tan rápido. Luego me confirmaron que el problema sería debido a quitar presión, que el tubular se movería en la llanta y presionaría la válvula, consiguiendo sacarla. Vaya idea tuve al bajar la presión, nuevo aprendizaje que anotar. El resto de la bici jodido y cabreado, fuerzo mucho en las rectas y en las subidas que es donde puedo, ya que cuando el terreno se pone sinuoso no puedo forzar nada y en las curvas menos. Me cargo mucho de cuádriceps y de isquios y lo noto cuando me bajo de la bici.
Sabía que mis chicas me estarían esperando inquietas al ver que no llegaba en lo previsto. Le suelo hacer a mi costilla un planing de horas de paso por los puntos, con la mejor y la peor de las previsiones. Y suelo acertar, pero ahora iba muy por debajo de la peor previsión, con esos 18 minutos perdidos y algunos más por no poder moverme con soltura en el recorrido de bici durante 30 interminables kilómetros. Por eso les dije a los amigos que me cruzaba que le contasen lo que me había pasado a mi señora para que no se preocupara y así fue. Mejor. Primeros 50 kilómetros de coña, luego arrastrándome, tomando las curvas tipo verano azul y subiendo cuestas a plato. Una locura que pagaría poco después.
Dejo la bici en su sitio, cabreado (no con ella, sino por ella), y en cuanto comienzo a correr hacia la carpa me doy cuenta que la carrera va a ser jodida. Tengo amagos de rampas en los cuádriceps y en los isquios de ambas piernas. Veo a mis chicas y eso me reconforta, algo, pero estoy preocupado con las piernas, me cambio rápidamente y al lío, que quedan 20 kilómetros con tres vueltas y tres subidas al castillo de Punta de N´amer, con sus rampas curiosas y sus caminos arenosos.

Comienzo como Chiquito de la Calzada, con mucho “cuidadín cuidadín”, a ver si se me va pasando el peligro muscular, pero veo que va a peor. Tras el primer avituallamiento en el que me paro, y al comenzar de nuevo a correr siento una fuerte rampa en el cuadriceps izquierdo, que se queda como de piedra, lo que me hace pararme. Se me acerca una chica de la organización con muy buena fe que me aconseja relajar el músculo (si pudiera iba a estar yo ahí parado viendo cómo me volvían a pasar muchos triatletas…). Intento estirarlo y me pega en el isquio izquierdo. Dolor insoportable y al suelo, donde se me contracturaría también el cuadriceps derecho. Pasé ahí tumbado cinco minutos según el Garmin intentando volver a la normalidad mientras la voluntaria flipaba y comentaba a otro chico que se había acercado “mira los muslos, se le ven los músculos como piedras, pobre chico…”. ¿Pobre chico?, podría ser su padre con mis 43 tacos y sus veintipocos… Consigo volver a la calma y me ayudan a levantarme. Me siento en un lateral del paseo marítimo y, por segunda vez, me planteo abandonar (la primera tras pasar casi 5 minutos intentando poner el tubular nuevo sin conseguirlo). Pero soy trimindundi y el puesto es lo de menos (a este paso el último…) por ahora sólo me interesa llegar, ser finisher una vez más, que al fin y al cabo es lo que recuerdas. Consigo volver a caminar y, poco a poco, a correr. Se pone a llover y esta lluvia reconforta, pasando a molestar cuando arrecia, pero viene bien refrescarse porque empezaba a hacer calor. En la primera vuelta vuelvo a ver a mis chicas que me animan. Mi cara debería ser un poema, y le digo a mi mujer que la cosa está muy jodida, que voy todo rampado y no recupero. Aún así no paran de animarme. Mi hija mayor me grita que está orgullosa de mi, sin que su madre (me lo confirmó luego) le dijera nada.¿Quién se retira así?. Imposible. Unas lagrimillas y piel de gallina y a seguir.
Ando en los avituallamientos y en las pendientes jodidas, y vuelvo a pasar a algún triatleta aún así, que está peor que yo. Sufro como nunca antes porque en los 20 kilómetros no consigo quitarme el amago de calambre y voy con las piernas pesadísimas. El esfuerzo extra de la bici lo estoy pagando, también los 18 minutos parado, enfriamiento y volver a pedalear con mucha rabia y fuerza sin calentar (nuevo aprendizaje para la libreta), además de que con el cabreo se me olvidó comer y beber durante los últimos 30 kilómetros de la bici. Fallos de principiante que, a la postre, es lo que soy.
Paso de nuevo por la zona de llegada y veo a mis chicas, esta vez me paro a darles un beso a cada una de mis costillitas, besos que me saben a gloria. Voy algo mejor y mi ritmo empieza a ser aceptable. La mejor mi última vuelta, en la que, imagino que por lo que fui bebiendo y comiendo en los avituallamientos, las piernas respondían algo mejor. Sólo algo mejor.
Llego al final con un tiempo triste, con poca gente ya animando, oyendo por megafonía cómo se están dando ya los premios y cómo todo el mundo debe estar ya allí y no en la zona de meta. Pero ahí están mis chicas, parapetadas bajo paraguas por la que está cayendo, pero sin fallarme en ningún momento.



Esta vez no ha habido lágrimas a la llegada, he sufrido tanto que no me he emocionado al llegar, sólo quería acabar y pasar página. Besos a mis chicas y a reponer fuerzas con las pocas viandas que quedaban en la zona de recuperación. He probado llegar de los últimos en esta competición (el año pasado lo hice por la mitad de la tabla) y no me ha gustado, me he sentido olvidado por la organización y he decidido que no voy a repetir este triatlón a pesar que me encanta la zona y el ambiente.
Mis chicas se marchan al apartamento a comer, que ya era tarde y seguía lloviendo. Yo recojo mis cosas y, con el resto de ibicencos, nos vamos a reponer fuerzas por nuestra parte. Dos jarras de buena cerveza y algo que picar (hay que reponer líquidos sobre todo…) y lo mejor, una buena charla de triatlón que, a la postre, es lo que nos ha reunido. Ahora a preparar el full ICAN del 29 de septiembre. Va a ser duro. Los 3800 de natación no serán un problema si el mar se porta. Pero los 180 de bici por la sierra de Alcudia, con un desnivel acumulado importante, van a ser determinantes. Y luego, para acabar, una maratoncilla de naaaaaa. Pero estoy deseando estar en la línea de salida y, lo más importante, entrenar para ello.

CRÓNICA TRIATLÓN DOBLE OLÍMPICO IRONTRIMALLORCA 2011.

Tras varios duatlones y triatlones en mi isla y en Formentera, y alguna que otra carrera a pie y travesías, ahora algo mejor entrenado, me presento en Cala Millor, Mallorca, a disfrutar el IRONTRIMALLORCA el pasado 19 de junio. Justo un año después de comprarme la flaca y empezar con esto. El principal problema es que no había podido correr casi nada el último mes por un accidente de MTB que tuve cuando disputaba un duatlón cross y por picaduras de medusas en el pie derecho cuando hice la travesía de Formentera. Pero bueno, fondo tengo y si acabo la bici, llego aunque sea andando los 20 kilómetros.
Aproveché para ir a Mallorca de vacaciones una semanita con la familia. Bastante me permiten con los entrenos para que no disfrute esos días con ellos. Llegamos el miércoles previo. Un apartamento en primera línea, con vistas privilegiadas al mar, justo en la zona y al lado de donde comenzaba la competición. Una gozada. Un lugar precioso y muy tranquilo que recomiendo a quien no lo conozca. Cala Millor.
El jueves madrugo y pruebo el circuíto de bici. Total 40 kilómetros a los que daremos dos vueltas. Bueno, un poco rompepiernas por continúas bajadas y subidas. Poco tiempo acoplado ya que todo son cruces y cambios de ritmo por curvas cerradas constantes. El coll des vidriers, puerto al que subiremos cuatro veces, dos en cada vuelta por cada uno de sus lados; no muy duro y corto, si no fuera por el mal estado del asfalto en esa zona por lo que no se puede arriesgar en las curvas. Además está rodeado de pinos y hay muchas ramitas de pino, de esas puntiagudas, en el asfalto, lo que lo hace resbaladizo si no vas por el carril. En resumen, no muy duro pero difícil hacer buena media porque será difícil coger un buen ritmo. Resto del día con la familia que para eso estamos de vacaciones.
El viernes hago lo mismo con el circuito a pie. 6,7 kilómetros a los que daremos 3 vueltas. Ahí viene lo jodido. 3 kilómetros planos por el paseo marítimo pero desprotegidos de toda sombra. Teniendo en cuenta que correremos entre las 12 y las 14 horas va a ser duro. Pero lo peor viene luego. Zona de tierra, arena y piedrecillas sueltas, con subida de duras rampas al castell de Sa Punta de N´amer. Bajada dura que castigará los cuádriceps, también por terreno inestable y así durante 3 kilómetros, 1,5 de subida y 1,5 de bajada. Va a ser duro. Paso calor a pesar de haber madrugado y correr a las 8 de la mañana. Extrañamente tengo buenas sensaciones en las piernas corriendo. Pero en la subida sufro demasiado y constato que no tengo demasiada fuerza para ese trazado tan exigente. Consigo hacerlos a una media de 4:50 min/km. Ya será mas el día de la prueba, pero como test ha estado bien. Un problema añadido es que, últimamente, he sufrido demasiados calambres cuando hago tiradas largas de bici y transición a carrera. Puede ser problema de sales ya que me pasa con el calor. Bueno, ya veremos que pasa.
A mediodía y con la familia en la playa, aprovecho y hago unos 20 minutillos en el mar. Qué gozada!!!. Una balsa-piscina. Transparente y sin demasiada corriente. Sin medusas. Preveo un buen sector de natación ya que me encuentro fuerte aunque haya descuidado esta faceta. Es el peaje que hay que pagar por combinar tres deportes. En el que vas fuerte has de sacrificarlo para dedicar tiempo a los otros. He nadado poco este año y pocas series, comparado con lo que solía hacer. De fondo voy bien, pero no tengo apenas velocidad y eso lo noto. Además tengo bastante menos grasa corporal y, aunque parezca mentira, eso también lo noto. Las piernas, más musculadas que antes, me pesan más y me cuesta mantener una buena posición nadando. El neopreno ayuda, pero cuando me lo quito sufro.
El viernes por la noche me acerco a Palma a recoger a tres amigos que vienen de Ibiza, cargamos sus bicis y les dejo en su hotel. Ya se palpa el ambiente. A disfrutar. El sábado a recoger la bolsa del corredor, a dar un paseo en pony con las niñas, a las reuniones técnicas y a dejar la bici en boxes. Este es un momento que odio. No me gusta dejar a mi flaca toda la noche sola. Además sufro al ver los makinones que lleva la gente y siempre me infravaloro a mi y a mi cabrilla. Mucho dinero invertido veo, pero lo importante son las piernas y el motor. Así que sin prejuicios dejo a mi montura preparada para el dia siguiente. Hace poco la he calzado con ruedas de carbono de perfil 50 de la marca Progress y eso le da un aspecto algo más “pofesional”. Pero sigue siendo mi cabrilla de 600 euros (bueno, con las ruedas que son de segunda mano y me han costado 300; 900 euros totales de montura). La que ha pasado Argons, Cervelos y Felts.
Y bueno, mi Murphy particular. El sábado se levanta una ventolera de aupa y el mar empieza a encresparse. La previsión para el domingo no es nada halagüeña. Vientos fuertes y marejada. Además el viento pega de noreste, justo hacia donde está orientada la Cala. Malas previsiones, y es que no sé competir en buenas condiciones, no creo que llegue a tener esa suerte algún día. Además compruebo que la pendiente de la cala es muy pequeña. Más de 100 metros saltando olas con el agua por medio de los muslos no me apetecen. A mi me gusta nadar y no correr por encima de las olas. Me revienta literalmente hablando. Veo que pierdo algo de la ventaja que me da el agua ya que soy pesado y no salto demasiado. Arrastro las piernas por el agua. Además son dos vueltas de kilómetro y medio. Por lo que hay que salir a la playa andando y volver a entrar. Eso no es nadar, no me gusta ni me beneficia. Pero bueno, nadie dijo que fuera fácil.
En vista de las circunstancias bajo las previsiones. Mi idea era hacer la natación en 45-48 minutos, la bici en 2 horas 45 minutos y la carrera a pie en 2 horas. Total unas 5 horas 40 minutos con transiciones. Pero el mar está muy picada y la bici tiene muchas zonas en las que el viento pega de lado y de frente. Cambio de previsiones. 50 minutos nadando, 3 horas de bici y mis 2 horitas corriendo. Total, que con bajar de 6 horas voy dao.
Soy bastante tranquilo y duermo como un tronco hasta en las noches previas a una carrera. Eso no es problema para mi. Me levanto a las 5 (la carrera empieza a las 8:30) y veo con tristeza que el panorama no es bueno. Olas importantes, mucho mar de fondo y corriente en contra en el tramo hasta la primera boya, corriente lateral en el segundo tramo y ligeramente lateral en el tercero. Lo bueno es que las condiciones son las mismas para todos. Mucho viento y buenas rachas. Bueno, es el mismo día que a Amparo casi le suspenden su travesía por esas condiciones así que ella entenderá la mar y el día que hizo. No pudieron salir ni los kayaks, así que poco apoyo íbamos a tener en el agua. Valor y al toro. Con acabar vamos sobraos.
Llego a las 7 a boxes y preparo los últimos retoques a mi flaca. Le pongo el Aerodrink y las botellas. El recambio del tubular y las herramientas. Iré algo más pesado pero no quiero retirarme por un pinchazo o avería. Sólo quiero acabar y puedo sacrificar algo de peso por ellos. Saludos a los amiguetes, todos con la misma cara de circunstancias. Visita de última hora al aserradero, neopreno corto y a probar el agua. No iba a ser fácil, no, estaba encabritada.
NATACIÓN 3 KILÓMETROS:
A las 8:35 dan la salida. Salgo, cosa extraña, de los últimos. Con mis últimas previsiones me he quitado presión y la salida me sorprende hablando con amigos en la zona posterior del cajón de salida. Intento hacerme sitio pero voy andando prácticamente los 100 primeros metros de agua. Buscando sitio ya que nos habíamos abierto bastante. Los pies que quería coger ya están nadando cuando yo aún ni me lo propongo. Paciencia. Hago un par de delfines y a nadar. Una ola me pilla de medio lado a mí y a otros dos competidores y nos da la vuelta como si fuéramos canoas. Me veo mirando al cielo y me parto el pecho literalmente. Risa nerviosa. Media vuelta y a nadar, hay que hacer cambio de rumbo y luego corregir, que si no no salimos de esta zona. Cuando puedo nadar aprieto y voy pasando gente, mucha gente. Eso anima y veo que se puede nadar, después de todo. Mal, pero se nada. En la primera boya hay de todo, toques, golpes y gritos. Miro el reloj y voy por 8 minutos. Bien, macho, bien. Ahora a nadar hasta la otra boya. La corriente y el viento te hacen rectificar constantemente el rumbo ya que te tiran hacia la costa. Una competidora me pega varios manotazos. Me acuerdo de una frase de mi hermano “que el mar es muy grande joder”, paro y le paso a su izquierda. Ahora adelanto sin problemas y se pone a pies. Noto que me toca cada dos o tres brazadas. Bueno, habrá que hacer de trenecito. Trago demasiada agua. He de aprender a respirar por la derecha. Sólo lo hago por la izquierda y de ahí viene el viento y las olas. Llegamos a la boya. Ahora menos congestión. Miro atrás y veo unas cuatro o cinco cabezas a cola. Ya estamos otra vez. Eso me pasa por salir lento y apretar. Que vas recogiendo gente. Tengo que entrenar las salidas en playa para ponerme con mi grupo y que no me pase esto. Me gustaría que me llevaran a mí como me pasó en Formentera. Aprieto en la recta hasta la playa pero me siguen. No logro hacer la brazada bien cuando quedan unos 100 metros. Mucha resaca, olas de medio lado y toco constantemente el suelo. Pie a tierra. No me gusta nada esta sensación. La sangre está en el tren superior. Y ahora el inferior no va. Descompensas hasta la respiración y se sufre mucho. Una ola me desequilibra y caigo de frente. Me ha pegado un buen cachete por la espalda. Me preguntan si estoy bien, digo que no hay problema y a la boya de tierra. Ahí vino mi primera alegría. Cuando comenzó la prueba dejé a mis tres princesas durmiendo, ya que era muy pronto para las pequeñas, sobre todo para la bebé. Pero en la primera vuelta por la boya oigo “Papi, papi”. Mi mujer y mi hija mayor ya están allí animando y haciendo fotos. Golpe de energía y de adrenalina (y la piel de gallina). Miro el reloj y veo 23 minutos. Voy bien a este ritmo, cómodo (dentro de las circunstancias), y ya no pillo al grupo con el que quería y debería haber ido, así que ahora a dejar que tiren un poco de mí. Vuelvo a entrar andando al agua, sin prisas e intentando recomponer la respiración. Sigue siendo difícil comenzar a nadar, pero ahora sé que no puedo hacerlo mirando a la boya, sino perpendicular a ésta y, cuando pueda nadar, hacer el cambio de dirección. Extrañamente debo ser el único que ha pensado eso. Veo que el grupo en el que iba se marcha por mi izquierda y sufren con las olas. Ahora tira del grupo un nadador con bastante buen estilo. Hago la perpendicular y rectifico el rumbo, contactando con ellos. Algunos metros de más pero he sufrido menos. Llego a la boya tercero del grupo y cómodo. El ritmo es algo inferior al de la vuelta anterior pero me acomodo y disfruto, en la medida de lo posible, reservando fuerzas. En esa posición llegamos al final de la natación. 47 minutos y treinta y pico segundos, pero ahora hay que correr hasta la zona de boxes. Carrerita por la arena de la playa, con lo que a mi me gusta eso… Llego a las duchas y ahí me quito la parte superior del neopreno, remojándome bien y quitando el salitre. Me pasan varios corredores. Yo a lo mío. Voy a boxes y paso por el control del chip. Total 48:33 de natación en el control de chip. Bueno, bien, puesto 22. No demasiado contento pero, en vista de las circunstancias, me conformo. Mi referencia llegó un minuto y medio antes, así que no ha estado tan mal, todos hemos hecho peor tiempo del esperado, pero esto no es una piscina, no. En la transición calma, bebo isotónico, me quito el neopreno, me limpio los pies, me los seco, me calzo las zapatillas de la bici y a la guerra. Transición lenta, pero incluso vi gente poniéndose lentillas, así que no está tan mal. Además, ahí están mis chicas. Mi mujer me grita que voy genial. Ha visto salir a pocos del agua antes que a mí. Cojo a mi cabrilla y nos dirigimos a encarar las primeras rampas.
BICI, 80 KILÓMETROS:
Al principio mucha cadencia. Voy fresco, es lo bueno que tiene haber reservado en la natación. En las primeras rampas paso una Argon con un tío con casco aero. Eso da fuerzas y ánimo. Vamos cabrilla, dale cera. En cuanto veo un microllano pongo plato y me acoplo. El viento es fuerte de lado y molesta bastante. Pero voy bien. Llego al puerto y subo con facilidad, pasando a dos compañeros que iban atrancados. Veo que llevan el plato puesto. No lo entiendo. Con cadencia se sube bien, no hace falta ir así, pero cada cual se conoce y sabe lo que hace. O eso imagino. Como y bebo lo que puedo, lo que tenía previsto se queda en eso, en previsiones. Bajo el puerto con cuidado y me pasan los dos que pasé subiendo. Van como motos. Ahora viene una zona ligeramente ascendente pero en la que se puede ir acoplado, y casi a favor de viento. Subo a 30 km/h, una gozada. Pero aún así me pasan las cabras que pasé al principio. Giro en el km 20 y ahora cara al viento. Se hace duro. Y ahora las cosas se ponen en su sitio, me pasan unos cuantos y paso a uno. Y es que soy poco aerodinámico. Vuelta a subir el puerto por el otro lado, bajada con cuidado y al primer giro. Allí está mi mujer y mis niñas, golpe de adrenalina, piel de gallina y vuelta a comenzar. Otra vuelta de más de lo mismo. Salvo por el detalle que, llegando al Puerto, me entra una indisposición enorme. Pienso que, en cuanto corone, me bajo y aprieto en un lateral de la carretera, entre los pinos. Total, un pino más nadie lo va a notar. Y es abono. Pero al llegar a cima hay gente animando. Vaya. En una curva bajando me paro y me meto entre pinos. Cojo uno de los dos kleenex que me he echado (uno es pijo para esto) y evacúo. Saco leña, vaya. Ahora más agustito me vuelvo a subir a la bici. Luego, revisando los datos del Garmin, veo que esta “gestión” me llevó casi 3 minutos. Justo lo que perdí en la segunda vuelta en relación a la primera. He oído como pasaban bicis, aunque no sé en qué dirección. Me da igual, palante y aprieta los dientes. Más de lo mismo, saludos y ánimo con los amigos que te cruzas (y que cada vez son más). Llego así a la segunda transición en 2:33:17 (a 31,3 km/h de media). Genial. Voy bien y muy entero.
CARRERA, 20 KM (20,4 según el Garmin):
Ánimos de mis chicas y pienso para mi “esto ya está echo, llego aunque sea a gatas”. Eso dá ánimos. Dejo la bici y me dirijo a por la bolsa de running. Cojo los dos geles, me calzo las zapatillas, gorra, algo de crema protectora (las transiciones me las tomo con calma, si) y a la carga. Salgo el primer kilómetro a 4:45. Demasiado rápido, así que reduzco a 5, que aún queda mucho. Las sensaciones, las habituales, piernas como troncos. Y calor, mucho calor. Hay avituallamientos cada 2 kilómetros, con agua fresquita, así que genial. Un 10 por la organización, en todo, el año que viene repito, seguro. Llego al primer avituallamiento muy fresco, bebo y arranco otra vez. Al saltar un bordillo siento una rampa en el isquio de la pierna derecha. Joer, ya estamos. Estiro y vuelvo a correr poco a poco. Pero voy sintiendo amagos en casi todos los músculos de las piernas. Eso me hace ir lento, demasiado lento. Pero hay que acabar. Refresco las piernas con agua, golpeo todo lo que puedo los músculos con el puño(algún alemán, por el paseo marítimo, me miraba con extrañeza) y a por la subida al castillo. Vaya a quien se le ocurriera el recorrido ese. Seguro que más de uno nos acordamos generosamente de él. Duro, duro y mucho calor. En una rampa fuerte me pega otra idem en el isquio derecho. Paro y veo que el izquierdo está igual, así que estiro y, cuando puedo, subo andando esa rampa. Al coronar, pruebo a correr y veo que puedo. Decido que en la segunda rampa, la que da al castillo, volveré a andar. Así lo hago. Hay un avituallamiento justo en ese punto, así que aprovecho para refrescarme bien y echar agua fria a los isquios y a los cuádriceps, que ya empezaban a tener envidia. Vuelvo a correr y las molestias van desapareciendo en la bajada. Llego a la primera vuelta entero de respiración pero con cuidado por los calambres. Choco la mano de mi hija mayor, congojos otra vez, esto no se paga con nada, y vuelta. Ya sólo quedan dos. Esta vuelta la hago lenta, pero segura. Noto que las molestias se van disipando. Me tomo un gel que contiene mucho sodio, por si las moscas. Ando y bebo en todos los avituallamientos. Incluso en el del castillo, en la segunda vuelta, me paro y bebo tranquilo un vaso de Aquarius. Al bajar, otra vez tengo que derivar el rumbo. Otra visita al aserradero y utilizo el último kleenex que me queda. Me guardo el envase de plástico en que los llevaba, así de limpios somos los de mi pueblo, y otra vez a la carga. Me anima pasar gente, que veo que va peor incluso que yo. Nos animamos aunque no nos conozcamos. Es lo grande de este deporte. Que no te mosqueas porque te pasen, das ánimo y tu vas a lo tuyo, a tu carrera y a tu guerra personal contigo mismo y con tu cuerpo. Son más de cinco horas de diálogo y lucha de tu cuerpo con tu mente. Te da tiempo para pensar en todo y es una circunstancia inenarrable que sólo sabemos los que lo hemos vivido. Ya estoy llegando. Sé que estarán mis chicas esperándome (un 10 por ellas por aguantar todo este tiempo y seguir animando). Contagian alegría. Me pasa un amigo que dice que le siga, que ya queda poco. Le digo que no, que siga, que yo tengo que disfrutar la tarde con la familia y al día siguiente tengo visita a Marineland. Casi nada, así que mejor reservar un poco. He decidido que no voy a forzar demasiado para dedicar más tiempo y de mejor calidad a mis chicas, que se lo merecen todo. Un paso más por boxes y ahora te desvían a la zona de llegada que está a unos 200 metros. 200 metros de disfrute, de emoción y de satisfacción por el reto conseguido. Voy en 5 horas y 19 minutos, fenomenal, mejor que la más halagüeña de mis previsiones. Al final encaro la recta de llegada. Busco a mis chicas y las veo al fondo. Cruzo la meta satisfecho y emocionado (mi mujer me diría después que le llamó la atención que tenía toda la piel de gallina, si ella supiera lo que se escondía detrás de esas gafas de sol…). La speaker dice mi nombre y club, aplausos. Mi hija mayor, en brazos de una chica de la organización me pone la medalla de finisher y me da un beso precioso, perfecto. Luego el de mi mujer, sabroso y hermoso, con abrazo-apretón incluído. Oigo de fondo que la speaker dice que así da gusto terminar una prueba, “y tanto”, pienso yo para mi. 1:54 de carrera. No es buen tiempo pero, en las condiciones que lo hice, me conformo.
Total 5:20:10 de sufrimiento-gozo, y toda una vida para recordarlo. 52 de la general. Contentísimo. Éramos 147 inscritos, pero acabamos 102, quitando los equipos, retirados y descalificados. Bastante nivel así que muy contento. Ya no estoy en la última hoja de las clasificaciones. Un año después de empezar con esto estoy en la mitad de la tabla, con gente que lleva muchos años en esto, con entrenadores personales, material de primera y mucho tiempo para entrenar.
Ahora a pensar en el próximo reto. Me aprece que me están liando con hacer el I CAN en Mallorca en Septiembre, antes del Home de Ferro de Ibiza en Octubre. Quiero volver a disfrutar con estas sensaciones todo el tiempo que pueda. Puede que sea la crisis de los 40 (ya tengo 42), pero he descubierto una forma distinta de hacer deporte y de competir y me gusta. Veo que un triatleta aceptable puede ser un nadador, ciclista y corredor mediocre. Puedes nadar peor que los nadadores, pedalear peor que los ciclistas y correr peor que los atletas y, aún así, hacer un digno papel en la combinación de las tres disciplinas. Además, te sientes importante por un día. Creedme que ves cara de todo, pero, las que más abundan son de admiración. No es fácil la larga distancia, pero para un diésel como yo es un buen reto.
Bueno, quien haya llegado hasta aquí, siento el libro. Me dejo muchas cosas en el tintero pero no es posible resumir todas esas sensaciones en poco espacio. Probadlo y me comprenderéis. Ahora vuelta a la carga y a por otro reto. Un abrazo

OBJETIVOS 2013

OBJETIVOS 2013:

El año ha comenzado realmente mal. Heridas domésticas, catarros y estados febriles acompañados con pecho cargado y respiración costosa. Pocos entrenos en condiciones se han podido llevar a cabo hasta la fecha. Pero aún así ya se han perfilado los objetivos de este 2013 y ahora toca entrenar para conseguirlos.

PRIMER OBJETIVO: TRIATLÓN DE MEDIA DISTANCIA ICAN MÁLAGA. 7 DE ABRIL.
Tras el fiasco del año pasado del ICAN MALLORCA


en el que nos suspendieron la larga distancia sin demasiadas explicaciones, y al reclamar a la organización, nos compensó regalándonos una inscripción gratuita (179 euros costaba la broma) al ICAN MÁLAGA. Así que varios amigos ya estamos organizando la expedición a la que, esta vez y sin que sirva de precedente, no vendrán mis chicas. Ya sé que prometí que nunca más iría a una prueba sin ellas, pero el viaje a Málaga es largo y pesado y ya tenemos previsto salir dos veces más este año, así que no es cuestión de marearlas mucho porque se van a cansar del “rollo de las carreras de Papá”. Y lo entiendo. Pocos entrenos llevo para la prueba y está ahí al lado, pero algo se podrá hacer.

SEGUNDO OBJETIVO: ULTRA TRAIL IBIZA ULTRA TEAM 2013. 5 DE MAYO. (FIASCO Y CANCELACIÓN, ASÍ QUE LO CAMBIO POR QUADRIATLON ISLA DE IBIZA EL MISMO DÍA).
Tengo la negra. Me ha mirado un tuerto. Mi principal objetivo alejado del triatlón este año y van y me cancelan la prueba. Eran 75 kilómetros de ultra trail de montaña. Si, corriendo, con lo que a mi me gusta. Pero empezaba a sentirme a gusto en la montaña. Son carreras duras pero preciosas. En noviembre del año pasado debuté en la Media maratón de Montaña de San Antonio y gocé como un cochino en un lodazal, salvo por un pequeño esguince. Luego, este mes de Enero, he acabado decentemente la Pujada Ultra al Puig De Missa de Santa Eulalia, 12 kilómetros con un desnivel muy considerable que me dejaron para el arrastre, pero convencido que quería hacer la ultra trail. Y me apunté, gafando la competición que poco después anunció su cancelación.
Pero como no hay mal que por bien no venga recupero una competición que se hacía el mismo día y que había descartado por eso mismo. El Quadriatlón Isla de Ibiza. 1,5 km. A nado, 7 de piragua, 40 de bici y 10 de carrera a pie. Una competición que hice el año pasado y que me dejó muy buen sabor de boca, logrando un trofeillo (algo es algo).

Eso a pesar de no tener ni idea de ir en kayak de mar y de que la organización, al final, nos metió más de 10 km. De esa preciosa disciplina.
Así que este año, tras el Ican, toca aprender a remar. El año pasado me presenté en la línea de salida habiendo hecho una única incursión en ese deporte (valiente que es uno). Este año quiero aprender algo más y sufrir algo menos.

TERCER OBJETIVO: TRIATLÓN OLÍMPICO VERSER IBIZA. CAMPEONATO DE BALEARES, 18 DE MAYO.

Hace tiempo que no disfrutamos de un olímpico en Ibiza. Y me apetece ya que con una natación medio decente puedo pillar un buen grupo en la bici y, como se permite el drafting, poder llegar a la carrera a pie medianamente bien situado. Ya veremos luego la carrera a pie.

CUARTO OBJETIVO: TRIATLONES CROSS IBICENCOS.

Este verano tenemos 3 triatlones cross en la isla. Novedad importante, y aunque mi impericia en la MTB me impide pasar de las últimas páginas de la clasificación, al menos disfruto y los afronto como entreno de calidad de cara a la Challenge Barcelona Maresme.

QUINTO OBJETIVO Y OBJETIVO PRINCIPAL DE LA TEMPORADA: TRIATLÓN LARGA DISTANCIA CHALLENGE BARCELONA-MARESME. 6 DE OCTUBRE, CALELLA. CAMPEONATO DE ESPAÑA DE TRIATLÓN DE LARGA DISTANCIA.

Buf. Objetivo principal de la temporada. A ver si este año no me lo chafan y me estreno en la distancia Ironman (3,8-180-42) como me sucedió el año pasado en el Ican Mallorca. Quiero hacerlo cuanto antes ya que los años no pasan en valde y voy a por los 45. Creo que es buen momento para intentarlo porque cada año costará más. Y me han hablado muy bien de Calella. Además, a esa salida si vendrán mis chicas ya que después iremos a mi pueblo a celebrar las bodas de oro de mis padres (eso si tiene mérito). Una buena escapada con visitas a todo lo que podamos de Barcelona. Una ciudad que me encanta. Ya lo estoy disfrutando.

Bueno, y entre medias pues lo de siempre. Duatlones, carreras populares, travesías a nado y lo que se tercie. Todo como preparación. Ya llevo algunas y otras que me he perdido por los imponderables de siempre.

Buena temporada me espera. Y me encuentro fuerte, quizás no físicamente porque he pasado una temporada delicado de salud gracias a los virus que se trae de la guardería mi hija menor y a mi impericia con el cuchillo, pero si mentalmente. Me apetece disfrutar de los entrenos y de las competiciones. Me gusta esto.