martes, 7 de mayo de 2013

CRÓNICA I SEMIMARATÓN Y XIII QUADRIATLÓN DE IBIZA. DOS EN UNA SEMANA

Como comentaba hace unos días con un compañero de fatigas. ¡Anda que no nos gusta un dorsal ni nada!. Lo bueno de “intentar” practicar triatlón es que puedes competir en casi todas las pruebas que te vayan saliendo al paso sin demasiados problemas. Ya lo he dicho alguna vez. Nunca seré un crack nadando, corriendo o en bici. Tampoco en triatlón, lo se. Pero este deporte te permite disfrutar tanto de una carrera a pie, como de una ciclista o de una travesía de natación y no morir en el intento. Y por eso me inscribo en todo lo que sale en nuestra isla.

Motivado por esas ansias de competición, y sin demasiada reflexión previa, me inscribí a dos pruebas en la misma semana. Ibiza es una isla pequeña, no tiene demasiadas pruebas, y hay que aprovechar las pocas oportunidades que tenemos de testarnos en competición. Pero abril y mayo han concentrado muchas carreras y ha habido que desechar algunas (pocas, como la media de Formentera).

Y así me presenté en la misma semana a la I Media Maratón de Ibiza (1 de mayo) y al XIII Quadriatlón Isla de Ibiza (4 de mayo), con tan sólo 3 días de separación. Pondría así a prueba mi capacidad de recuperación tras una prueba como la semimaratón por asfalto que te deja muy cascado. Últimamente recupero muy bien y no tengo apenas “secuelas” físicas de desgaste. Será la Glutamina, gran invento que recomiendo a quien no lo haya probado.



I SEMI MARATÓN IBIZA.
Acudo confiado con mi amigo Francisco. En principio la “estrategia” es clara. Conservar, conservar y conservar. Pero no sé que tiene el dorsal, joer, que te hace ir un punto por encima de lo que deberías (o dos o tres…). Como costumbre (ya nos pasó en la Passeig), nos colocamos bien detrás. Y eso en la carretera estrecha de Sant Mateu es un hándicap importante. Primero porque tardas en arrancar casi medio minuto desde que dan la salida. Y segundo porque pasas un par de kilómetros pasando gente hasta que consigues quedarte en “tu grupo de referencia”. Por suerte para mi el recorrido empieza en cuesta, buenas cuestas. Lo que antes me costaba horrores debido a mi rotura muscular antigua en el quádriceps derecho y a mi peso, a base de entrenar cuestas y de hacer mucha montaña y algunos trails, ahora me da cierta ventaja. Ya lo comprobé en la Passeig dos semanas antes, en las cuestas recuperaba posiciones que perdía en llano y en bajada.

Llevo unos días con molestias en el quádriceps derecho, justo en el callo que se me hizo tras la rotura muscular (buena bola tengo a mitad de pierna…) y eso me dá yuyu. Molestias en toda la carrera, aliviadas por las musieras de compresión (qué invento oyes) pero nada grave. Bueno, ánimo y a ver cómo anda la cosa. Mi objetivo confesado es bajar de 1:45 (el inconfesable es bajar de 1:40 si me encuentro bien y dejo lo de conservar para más adelante…).

Pistoletazo de salida y lo dicho, a pasar gente.


Quiebros y requiebros. En cuanto empiezan las subidas el pelotón se va estirando y ahora es más fácil. Coronamos y comenzamos la bajada. Buen ritmo, pero soy trotón y esta cadencia de piernas me casca mucho. Por suerte, cuando finalizamos el bucle de Sant Mateu, el terreno es en ligera bajada. Ahora a conservar, que las pulsaciones han subido bastante. Primer avituallamiento y flato. O algo parecido, que ya me pasó también en lala Passeig. Se ve que no puedo beber cuando corro por debajo de 5 min/km. No sé aún si es flato o que cojo aire en el estómago. El caso es que me duele bastante la zona del diafragma. Aflojo un poco y parece que se mitiga la molestia, aunque me persigue hasta el segundo avituallamiento, ya en Santa Gertrudis, en el km. 10.

Voy bien de piernas, pero un poco forzado por el ritmo de Francisco, así que le dejo ir y le digo que tire. Paro en el avituallamiento y bebo con tranquilidad. Perfecto, ningún problema, y sigo. Mi compañero de carrera hasta ahora se me ha marchado ya un buen tramo. No voy a intentar recuperar el terreno porque veo que no puedo ir mucho tiempo a su ritmo y que, aún así, puedo acabar por debajo de una hora cuarenta si no me dá una pájara, y sin apretar demasiado. Mantengo ritmo de crucero y disfruto de la carrera, mucho, controlando el tiempo y con mi objetivo “inconfesable”.

Voy haciendo cálculos mentales. Ya he comprobado que eso mantiene la mente ocupada en otras cosas y te hace aliviar un poco las molestias que van saliendo. Llegaré, bien, a este ritmo, en 1:38 más o menos. Para mí está genial ese tiempo. Quizás podría apretar un poco, pero estaría sacrificando el quadriatlón de dentro de 3 días y no estoy dispuesto. Buenas sensaciones en general salvo porque tantas bajadas me han castigado dos uñas que empiezan a molestar y que acabarían la carrera completamente negras. Una pregunta que siempre me he hecho es ¿ Para qué sirven las uñas de los pies salvo para fastidiar a los runners?. Otras uñas a cambiar. Y van…

Absorto en mis pensamientos llego al final. Miro mi reloj y veo que llevo ya más de 20 kilómetros y falta mucho para meta. Bastante más de 1 kilómetro. Ya me huelo que la distancia está mal medida (comprobado después de la carrera por muchos corredores, nos salieron de media unos 400 metros de más). Lo malo es que voy en tiempo de bajar de 1:40 por los pelos, pero viendo lo que queda voy a estar así, así si no aprieto. Gracias a que he sido reservón saco un último kilómetro en 4:10 y entro en meta en 1:39:55 “por los pelos”. La media maratón “real”, me salió en 1:38:21 según mi Garmin.

Muy contento y bastante fresco. La pega es que le dije a mi señora que llegaría entre las once y cuarto y las doce y que me adelanté a la mejor de las previsiones cinco minutos. Ella, pobre, tirando de las dos niñas, llegó por los pelos a la hora acordada pero yo ya había entrado (mirando a los lados todo lo que me permite mi miopía para detectar su presencia) hacía poco. Para finalizar la mañana 30 kilometrillos de bici soltando piernas con los dos Franciscos y comentando la jugada.

Los dos días posteriores entrenos suaves, buenas descargas de recuperación con el electroestimulador (friki me he vuelto…) y encantado de mi recuperación. Curioso. Alguna molestia residual en el quádriceps derecho y en los gemelos pero nada limitante.
Y así me presento el día 4 en el:


XIII QUADRIATLÓN ISLA DE IBIZA. (1.500 m natación, 7 km. Piragua, 40 km. Bici y 10 km carrera a pie).

El año pasado disfruté mucho esta prueba. Salvo la piragua, que era la segunda vez que usaba . La primera tres días antes cuando un buen amigo y excelente piragüista, Dani (que está hoy en día a punto de clasificarse para el mundial de Portugal y eso que sólo hay dos plazas para españoles…) me enseñó a no hundirme y a desplazarme a duras penas. Una masterclass excelente e impagable. Al finalizar la prueba me prometí a mí mismo que repetiría el año siguiente (éste) pero controlando la piragua y habiéndola entrenado en condiciones. Ah iluso de mi, ah infelice!. Pues me presento a la salida y será la tercera vez que toque una piragua en mi vida. No aprendo.

Tengo una deuda especial con ésta prueba. Es la que me metió en el mundillo cuando me “ficharon” para competir por equipos haciendo la parte de natación. Me gustó ya mucho porque es una competición en un ambiente familiar pero, a  la vez, a la que viene gente muy buena como el checo Leos Rusavy y el ibicenco Vicente Roig (Formiga para los amigos). Tras competir dos veces haciendo la natación en equipos me prometí que algún año lo haría “solito”. Hay que ver. Me parecía una hazaña casi imposible y hoy en día lo hago como parte del entrenamiento anual. Ningún entrenamiento específico para la prueba, a la que me presento tras el ICAN de Málaga y en periodo de acumulación ya para el Challenge Barcelona Maresme del 6 de Octubre.

Marcho a Cala Bassa con el equipo de los Beach Boyas donde está mi colega de entrenos Fran “el profe”. Mis hijas tienen cumple e irán con mi señora así que me toca, de nuevo, ir “solíto”. Buena compañía y risas antes, durante y después de la competición.


Llegamos, dejo la bici y el material en la zona de boxes y marcho a pillar una piragua de la organización. El año pasado elegí una color naranja muy tocha para asegurar no caerme. Este año pillaré una azulita algo más pequeña, manejable e inestable. Valiente que es uno.

Al poco ya estamos en la línea de salida. Me coloco en el extremo opuesto a la zona “más corta” para no recibir demasiados golpes y tener el carril más libre, aunque tenga que hacer algún metro de más. En la foto, el de la derecha del todo, con neopreno sin mangas.

Pistoletazo de salida y bulle el agua. Primeros metros bien, luego ya me uno al grupo e intento hacerme sitio como siempre, a golpes.

Estoy nadando poco últimamente. No me encuentro demasiado fino en el agua pero no me importa, en esta distancia perderé, como mucho, 2 ó 3 minutos. Nada comparado a lo que perderé en la piragua. Hoy venimos a disfrutar y a acumular, no te dejes llevar.

En la primera boya golpes, en la segunda, más golpes. Vamos hacia la primera vuelta. Al salir me miro el crono y veo menos de 8 minutos.

Ya me parecía a mí desde la orilla que el recorrido no tenía 750 metros… Unos 500 y gracias. Vuelta al mar y ahora ya pillo buena referencia y buen grupo. Y aquí me quedo, que no es cuestión de quemarse demasiado. Paso por el control de chip, tras correr toda la playa de Cala Bassa, en 16:33 y 6º en individual. Lo dicho, 1000 metros y gracias. Luego, viendo los datos del Garmin y trazando entre la zona de las boyas, me salen 1070 metros, más unos 150 corriendo por la playa.


Llego a la zona de piraguas y todas me parecen iguales. Joer, ¿dónde está la mía?. Mi ceguera me juega una mala pasada y paso un buen rato buscando mi embarcación. Cojo la piragua con temor, muy meticuloso al ponerme encima y con la popa aún en la arena. Una vez situado me empujo con las manos hasta que navego. Buenas paladas y al lío. De nuevo me pasa hasta el apuntador. La sensación es de llevar un ancla rasgando el fondo. Hay un pequeño oleaje que no me deja controlar la embarcación ni dirigirla (no tienen timón). Pero bueno, tranquilidad. En la primera vuelta me alcanza el palista del equipo de los Beach Boyas que vino en el mismo coche que yo, y hacemos bastante recorrido juntos y charlando. Esto hace que se te pase antes el trago y, sin pena ni gloria, parando en cada boya para girar la canoa y volviendo a arrancar, llego a la playa. Veo hueco, allí me dirijo con mi “maestría” a la pala y me gritan del otro lado de la zona que vaya para allá. Ostras, complicado veo girar tanto y llevar mi chalupa hacia allá. Lo consigo a duras penas y ale, a la segunda transición.


Llevo las piernas como tablones de tanto intentar mantener el equilibrio con ellas apretando contra los bordes de la bañera (hoy tengo dos buenos moratones en la zona). Y los riñones los llevo al jerez. Tranquilidad.

Transición lenta, limpiándome los pies con la toalla (pijo que es uno), poniendo calcetines y ale, a dar siete vueltas a un continuo sube y baja con curvas. Primeras dos vueltas reservando y empezando a ir bien de riñones. Me pasan tres ciclistas en una subida como si fuera parado y, tras una curva, escucho una explosión. Me asusto y pienso que alguien se ha escoñado. Aprieto un poco y veo a uno de los tres  ciclistas bajándose de la bici. No recuerdo cómo se llama pero es conocido. Me intereso por él y me dice que se ha comido un socavón y le ha reventado la cámara. Me paro, sé que no se puede hacer, y le ofrezco mi spray repara pinchazos por si le sirve. Queda agradecido y yo marcho. Luego le pregunté y me dijo que no había nada que hacer, que era un destrozo importante y que el spray no reparó el pinchazo. Los dos nos jugamos la penalización, pero los que entrenamos para estas competiciones sabemos lo que significa quedarse tirado por elementos externos. Y  nos sentimos identificados cuando vemos que le ha pasado a otro. No es un rival, es un compañero de fatigas. Sé que muchos me entenderéis.
Siguientes vueltas empezando a sentirme a gusto y apretando los dientes. Al finalizar la quinta vuelta enlazo con Fran “el profe” de los Beach Boyas y juntos nos relevamos para subir el ritmo, dejando tirado al que, hasta ese momento, era su compañero de viaje. Las otras cinco vueltas las sufrí en solitario y ahora agradecía a veces que alguien me llevara. Reservo un poco en la subida de la  última vuelta y aprieto al regreso. Fran se queda por problemas musculares, así que meto plato y a lo que doy. Me siento bien y con ganas. Total 1:20:00.


Llego a la última transición bien de sensaciones. Ahora a ver cómo se comportan las piernas en los diez kilómetros (según mi GPS 9.213 metros…), tres vueltas de continuo sube y baja duro por rampas con piedra suelta. Muy duro el circuito a  pié. Y más cuando ya llevas más de dos horas y media de competición. En la primera vuelta, y en la primera cuesta, veo que voy bien subiendo, pero que en llano y bajando no puedo subir la cadencia. Trotón, trotón. Recuerdo de la media maratón de hace tres días, seguro. Bueno, a mantener  el  ritmo. Las piernas están un poco tocadas y tampoco hay que  castigarse. Da igual un puesto antes o después. La segunda vuelta ya empiezo a notar las cuestas, bajo el ritmo aún más y mantengo en el llano. Pero disfruto de todo.

La tercera vuelta ya es de goce. Y es que he encontrado mi ritmo de crucero ideal y suavizo mucho  las cuestas. Sé que queda poco y que voy primero en la categoría especial en la que compito. Disfruto de la última bajada y a meta. Total 50 minutos de carrera a pié, finalizando el quadriatlón en 3:27:22.


Lástima que no estén mis chicas. Acabo muy entero. No lo he dado todo pero tampoco hubiera arañado demasiado al reloj. Y esta competición es para disfrutarla.

Lo que me digo todos los años. Si algún día consigo saber palear bien en la canoa quizás entrene bien esta prueba y la convierta en un objetivo, no en un entreno de calidad. Hasta entonces seguiré disfrutando a mi ritmo “cochinero”.

Buena semana competitiva. Contento por las sensaciones y por la capacidad de recuperación que me estoy demostrando a mí mismo.
Ahora quedan:
-        Travesía de talamanca el domingo 12 de mayo. 6 km. en aguas  abiertas. A disfrutar nadando.
-        Triatlón Olímpico de Figueretas el domingo 19 de mayo. A seguir disfrutando.

Y es que no nos gusta un dorsal ni nada.