martes, 24 de noviembre de 2015

DOS RETOS / DOS SEMANAS. IBIZA LD TRIATHLÓN E IBIZA BLUE CHALLENGE.








Procuraré ser breve, aunque más de veinte horas de competición entre dos pruebas dan para mucho. Como siempre, escribo una pequeña crónica para mí, para recordar lo experimentado en estas competiciones, pero lo subo a un blog público por si a alguien le pudiera servir, bien para rememorar sus propias "hazañas", bien para preparar otras. O simplemente como divertimento. Yo suelo leer crónicas de compañeros y veo que, en el fondo, todos somos muy parecidos. Compartir propósitos deportivos nos hace intentar ser consecuentes en los sacrificios que hay que hacer para conseguirlos. Esa publicidad de tus "intenciones" da algo de motivación extra que, en muchas ocasiones, se hace necesaria.


Este año se presentaba bien en lo deportivo. Estaba entrenando conforme a lo previsto y había acumulado mucha carga para afrontar la recta final de la preparación para el IRONMAN LANZAROTE. Pero una lesión de mi media naranja me hizo descartar la participación. La vida es así y lo que te quita por un lado te lo da por otro. No pasa nada, nuevos objetivos. Fin de traca y de temporada en casa. Campeonato de España de Triatlón de Larga Distancia e Ibiza Blue Challenge se organizaron por gente de Ibiza, amigos, y eran dos manzanas muy sugerentes para no intentar darles un bocado. La pega, que entre ambas pruebas de larga distancia sólo había dos semanas para recuperar y poner de nuevo el cuerpo a tono. Pero confío en mi capacidad de recuperación así que me lié la manta a la cabeza y a preparar ambas pruebas.


No pude empezar a entrenar en serio hasta finales de agosto porque fue para entonces cuando mi costilla comenzó a poder valerse completamente por si misma y yo empecé a ser menos necesario en el día a día familiar. Encarar dos pruebas de este calado con sólo dos meses de preparación no me hizo albergar grandes esperanzas. Pero uno es muy cabezón y me realicé una planificación muy sacrificada y dura de esos dos meses. El objetivo era llegar medianamente bien preparado para disfrutar ambas pruebas y en el peso que he comprobado que me funciona para la larga distancia. 78 kilos. En Agosto estaba en 84, quizás no demasiados, pero la báscula de bioimpedancia es muy cruel y me decía que, aunque no me había ido mucho de madre en cuanto a peso, si en cuanto a materia grasa. En resumen, el peso se había estabilizado pero había perdido músculo y había ganado grasa. Con correcciones en cenas sobre todo y con el entrenamiento programado, conseguí llegar a ambas competiciones en 78 kilos y, lo más importante, reducir la proporción de masa grasa y aumentar la de masa magra o muscular.



23/10/2015 IBIZA LD TRIATHLON. CAMPEONATO DE ESPAÑA DE LARGA DISTANCIA. 4KM NADO, 120 BICICLETA Y 30 CARRERA.


 Los últimos entrenos realizados con los amigos que también participarían en la prueba me habían dejado con un excelente sabor de boca. No sólo conseguía mantenerme en el grupo en la bici sino que en la carrera a pie era capaz de apretar. De la natación no hablo porque, a pesar de tener la sensación de ir a motor y medio desde mi fractura de clavícula, es algo que no se me da del todo mal y me permite estar en el primer tercio en las competiciones.


Pero esta competición debía tomármela con calma, debía ser un test de cara al Blue Challenge, mucho más largo y duro. Y esa era mi intención, lo que me hizo presentarme en la línea de salida sin muchos agobios y muy tranquilo. Debía ser un entreno fuerte para medir mi estado real de forma.


De entrada me dan, por mi grupo de edad, un gorro rosa. Buen presagio. Como en el Home de Ferro de 2010 que supuso mi inicio en estas lides y como en el Challenge Barcelona de 2013 que me desvirgó en la distancia Ironman.


NATACIÓN:


En la salida soy feliz, me siento fuerte y confiado, además con el neopreno sin mangas mi hombro derecho no se resiente tanto y me permite nadar con soltura. El neopreno largo ya es otra historia, aún me hace sufrir mucho de dolor en la zona.

Neopreno sin mangas y sin prisas.


Salimos por tandas, así que la salida no es demasiado numerosa y no sufro muchos golpes. Me hago hueco y veo que voy a pies del maestro Campillo, así que a apretar los dientes y a aguantar su ritmo hasta que se pueda. Que no es más que los 750 metros que hay hasta la primera boya. Poco antes se me cruzan dos nadadores con gorro amarillo de los que salieron dos minutos antes que nosotros y me hacen perder pies. Bueno, ahora a mi bola y a seguir pasando nadadores de gorros amarillos. En el regreso de la primera vuelta ya voy tirando sólo y llevo tras de mí a otro gorro rosa que de vez en cuando se me separa para pasar, pero al poco ya está a pies el muy jodido. Salgo del agua esa primera vuelta muy entero y veo que han sido 2100 metros en 32 minutos y pico. Buen ritmo y voy fresco, saludo a mi dona y de nuevo al agua. Otra vuelta y ya está esta primera parte. Mi remolque y yo seguimos pasando nadadores y eso lo hace más entretenido y motivador. Acabamos los más de 4.200 metros de la natación en 1 hora y 6 minutos y me extraño al ver a Toni Pérez. Es mejor nadador que yo, siempre acaba por delante y salió dos minutos antes. O yo he forzado o él va cascado. Pero no tengo sensación de haber tirado los muebles. Extraño.

Con Toni. Raro, raro...


Voy fresco salvo por la típica sensación desagradable al cambiar la horizontal por la vertical. Toda la sangre en las extremidades superiores y las patas casi dormidas. Apenas las muevo en la natación y menos con neopreno así que las llevo frescas para la bici. Pero los primeros metros les cuesta entrar en acción.


Transición tranquila, poniendo maillot con la comida, y a por la cabrilla.


CICLISMO.


Los 120 kilómetros son rompepiernas. No hay grandes subidas pero esta isla es así, no paras de zigzaguear y de subir y bajar, poco tiempo para ir acoplado metiendo riñones, que es lo que menos mal se me da sobre las dos ruedas. Los encaro con la tranquilidad que da haberlos hecho ya varias veces (es lo que tiene vivir aquí) y saber los ritmos que me puedo permitir si quiero correr. La primera vuelta se me pasa volando, quizás demasiado porque iba sobre la mejor de las previsiones que le había hecho a mi dona (procuro facilitarle las esperas ya que la pobre se tira toda la prueba al pie del cañón para verme/animarme). Pero me notaba fuerte. Aún así en la segunda vuelta reduje el ritmo y pude comprobar que muchos competidores iban petando. Casi 4 horas para, al final, 116 kilómetros. Muy contento.



Momento bocata, Mmmm...


Feliz y contento, disfrutando!.



Y entré a la T2 bastante fuerte y con buenas sensaciones.


CARRERA A PIE.


Treinta kilómetros prácticamente llanos salvo por una subida a Dalt Vila en un circuíto a tres vueltas de 10 kilómetros cada una. En entrenamientos vi que se podía hacer bien cada vuelta en 50 minutos o menos. Pero en competición es distinto, arrastras ya un cansancio considerable, por lo que mi previsión eran 55 minutos por vuelta. Y eso fue, ni más ni menos, 2 horas y 44 minutos de disfrute. No recuerdo haber llegado a sufrir en ningún momento, tampoco apreté. Disfruté como pocas veces y llegué a meta muy entero y contento. Un sub 8 horas para mí estaba muy bien y más sabiendo que me habían quedado algunos cartuchos sin quemar salvo en la natación. Únicamente una rampa en el isquio izquierdo, cosa habitual en mi cuando corro en asfalto y vengo de arrear en bici. No sé muy bien por qué me pasa pero imagino que es por el esfuerzo compensatorio de mi pierna izquierda para compensar que me falta parte del cuádriceps y del semitendinoso de la pierna derecha. Pero ya me conozco y se cómo atajarlo. Paro, estiro y en un par de minutos puedo correr. Y en unos diez ya ni me acuerdo de él. Me pasa casi siempre y ya lo tengo casi mecanizado. Viene sin avisar pero se va fácil.

 

 




En uno de los avituallamientos me encontré a Juanjo Serra, organizador del Ibiza Blue Challenge, y le dije que iba fenomenal y que estaba confiado en acabar su prueba.

Había sido un buen test y una buena competición 7 horas y 57 minutos de disfrute como se puede comprobar en las fotos. Joder, que me gusta esto.

Ahora dos semanas para afrontar la prueba más dura a la que me haya presentado nunca.


IBIZA BLUE CHALLENGE. 3.8 km de natación, transición de 2 kilómetros, subiendo casi 300 metros en los primeros 500 con paredes para escalar, 180 kilómetros de bici en un circuíto a 9 vueltas y media durísimo y sin descanso para acabar con 40 kilómetros de trail con cuatro ascensiones muy fuertes.


Esta prueba es una novedad, y como tal hay que afrontarla. Me extrañó ver nervioso al maestro Campillo en el barco que nos llevaba a la salida, pero es que, realmente, ninguno teníamos claro como afrontar las múltiples novedades de esta competición.


Mi estrategia era clara. Suave y con cabeza, que iba a ser un día muy largo. Y duro.
 


El entorno era excepcional, descomunalmente bella la natación. Una sola pega, que días antes había podido comprobar con mis ojos cómo, el pequeño embarcadero que nos serviría para quitarnos el neopreno y ponernos las zapatillas para escalar/subir a la zona de transición estaba plagado de medusas. Unos amigos habían ido la tarde anterior a la zona y ya no estaban pero había visto unas zonas con bancos de "algo" blanquecino. Mala cosa para llevar el neopreno sin mangas. y con el largo no había siquiera entrenado este año. Así que llevé a la salida los dos y ya decidiría antes de tirarme al agua.
Mi cabrilla en Santa Inés, en primera fila.


Portabicis personalizado






La competición en si es especial. 
Dejas la bici y las bosas de transición de noche junto a la iglesia de Santa Inés.

Probando las novedades en cabras de la expo... 
Ambiente familiar puesto que somos sólo 10 osados y dos equipos. Y casi todos nos conocemos porque, o somos de la isla, o se trata de casos como Javier O Carlos, uno con un reto solidario de 4 ironman en 4 meses y el otro que encaraba su participación 69 en un evento de estas distancias. Fenómenos que ya conocimos el día anterior en la pasta party y en la charla en el agroturismo Can Partit.

Foto de familia en Can Partit

De allí nos llevan en bus a coger el barco en San Antonio con las primeras luces del alba. LLegamos a las Islas Margalides ya de dia para poder comprobar la espectacularidad del entorno y la dureza extrema de la subida que hemos de afrontar para salir de allí.
 

                  Decido no jugármela y enfundarme el neopreno largo por si las moscas. Más vale dolor en el hombro que medusazo en el brazo.






El arranque de la prueba es debajo del arco de piedra natural del islote. Precioso, y hemos de lanzarnos desde el barco tipo Norseman.






Me despido de mi dona que, como siempre, hará su competición paralela y que ha venido también en el barco de la organización y verá, pro primera vez y desde un lugar privilegiado, cómo se desarrolla la natación de un evento de estos. Disfrutó ella también, me consta, y me alegro. Las niñas se quedaron con su super abuela a la que hay que estarle siempre agradecidos.


Y al agua. El fondo es abismal. Un gran azul. Y al respirar puedes ver desde una óptica privada la belleza de esta isla en estado puro, sin alteraciones humanas. Totalmente recomendable.


Se da la salida y, desde el principio, noto molestias en el hombro derecho. Esto me hace no disfrutar demasiado la natación. Pierdo los pies buenos en las primeras brazadas. Cuando queda como un kilómetro no puedo más y me desabrocho el cuello del neopreno para permitir que no quede tan tirante de los hombros. Es un neopreno de alta gama, muy flexible y fino en esa zona y que antes del accidente me iba de perlas. Pero ahora supone un martirio. El problema es que, al abrirlo, me entra mucha agua y me frena. Hace efecto bolsa. Pero eso refresca la zona y me alivia. Disminuye mucho mi ritmo pero no hay prisa. En ese momento me pasa un compañero de individuales lo que me relega a la tercera posición. Pero lo dicho, no hay prisa.


Llego a la T1 muy dolorido del hombro pero entero. Me quito el neopreno con satisfacción y veo que he tardado 1 hora y 1 minuto en llegar hasta aquí. Me hubiera gustado bajar de la hora y se que con el corto lo hubiera conseguido sobradamente pero hay que mirar para alante siempre. Bueno, ahora se trataba de mirar para arriba...


Zapatillas de trail con goma continental (adidas Supernova Riot, totalmente recomendables) que había que escalar y el rocio de la mañana había dejado las piedras totalmente empapadas. Y para arriba. Malas sensaciones, repiración muy fuerte y las piernas que no van. No llevo pulsómetro pero imagino que voy demasiado alto así que dejo pasar a Vicente "Furmiga" que iba mucho más fuerte que yo y me tomo un respiro. De nuevo a la carga y a escalar la pared. Al finalizar esa zona, corta pero vertical, y en un apoyo fuerte de la pierna izquierda se me sube el gemelo. Paro y me siento en una roca, lo que me permite estirar y mirar al mar. Disfruto por unos momentos de las vistas y, cuando me veo recuperado, de nuevo a la carga. Subo el resto y empiezo a correr en dirección a Santa Inés para coger la bicicleta. Transición de más de veinte minutos desde que dejé el agua. De libro vamos!.
Transición suave y fácil...
Contento de llegar "casi" arriba.


Salvo por el gemelo, que sigue algo dolorido, me encuentro fenomenal una vez recuperada la respiración y las pulsaciones.


BICICLETA.


Poco que contar, en un recorrido que me conozco a la perfección, controlando el ritmo que sé que puedo llevar, parando a veces en el avituallamiento para rellenar bidones de sales, comiendo bien y acabando el bidón con geles que llevaba.


Me noto fuerte y se que podría mejorar el tiempo por vuelta pero desconozco cómo reaccionará mi cuerpo en una maratón trail con muchos desniveles cuya mitad afrontaré de noche y con frontal. Eso me hace ser cauto, quizás demasiado por lo que pude comprobar después pero me alegro de pecar de timorato que no vaciarme y llorar después.


Disfruto cada vuelta, sin arriesgar en las bajadas de asfalto húmedo y parando cuando el cuerpo me lo pedía a soltar lastre. Éramos tan pocos que la sensación era de un entreno y, por momentos, eso parecía que era lo que estaba haciendo.


Con el cansancio lógico de los 176 kilómetros que marcaba mi reloj, y tras 8 horas de competición, llego a la t2. Me lo tomo con mucha calma ya que estaba allí mi mujer y era la única competición en la que podía estar prácticamente a mi lado, así que le conté mis sensaciones, que iba fenomenal y por debajo del tiempo previsto. Nos hicimos fotos, charlamos... Vamos, que si no me espabilo aún estoy allí!.


Descarto el cortavientos porque hace calor y me enfundo los manguitos. Cinturón de hidratación y al lio!. Salgo muy fresco, quizás incluso demasiado, aún me queda la espinita de saber qué hubiera pasado si hubiese forzado más en la bici. Lo único que me preocupa es esa molestia constante en el gemelo izquierdo que me hace ser cauto.

CARRERA:


 
Salgo de San Mateo por el cementerio y paso al sendero que me llevará a la primera subida. Conozco bien el trazado, lo he entrenado bastante, y sé que es duro. Y tras más de ocho horas pasa a ser muy duro. Es el primer triatlón de larga distancia en el que participo que acaba con una maratón "light trail". No es nada técnico, son pistas, caminos y senderos muy fáciles. Pero con importantes subidas.


Voy suave pero aún así paso a dos compañeros de fatigas que van bastante cascados. De séptimo paso a ser quinto antes del giro de Buscastell, primeros 10 kilómetros. En este punto encuentro un avituallamiento atendido por una compañera de trabajo y por otra deportista que conozco. Paso bastante tiempo allí charlando, no hay prisa, y ellas, como todos los voluntarios de esta carrera, se merecen un diez. No es fácil permanecer allí en una competición en la que los corredores llegan con cuentagotas. Debe ser aburrido.
Pose de barra número 1.



En la vuelta de nuevo subimos al punto más alto en el que se encuentra otro avituallamiento completo. Paro y repongo fuerzas y de nuevo para abajo hasta San Mateo para completar los primeros veinte kilómetros. Sigo bien y con fuerzas.


Llego a San Mateo aún de día. Bastante entero aunque ya empiezo a acusar el cansancio. He tardado dos horas y cinco minutos en correr estos veinte primeros kilómetros. Mi mujer se extraña porque, conociendo el trazado y en previsión del cansancio acumulado, le hice una previsión de entre dos horas y cuarto y dos horas y media por vuelta. Pero voy bien y fino. Avituallamiento y de nuevo a dar la última vuelta.



En el camino del pla de San Mateo ya se me empieza a hacer de noche y tengo que encender el frontal. Es algo que tengo muy entrenado ya que, en invierno, y debido al trabajo y a las obligaciones familiares, casi todos los entrenos semanales de carrera y muchos de bicicleta de montaña, los he de hacer de noche y con frontales. He de reconocer que me gusta correr de noche, se activan otros sentidos. Cuando conocí a mi mujer se extrañó mucho porque corría de noche por el monte (entonces trabajaba y estudiaba...) y sin luz auxiliar.

En la subida empecé a notar tensión en el gemelo derecho. Es lógico, compensaba las molestias del izquierdo con más impulso de la pierna derecha. Y acabó por darme dos avisos que me hicieron caminar en las rampas más duras hasta llegar al avituallamiento de la cima. En la bajada al punto de giro de Buscastell iba regulando porque notaba de nuevo tensión. Una vez giré y me despedí agradecido de las voluntarias de ese punto. Intenté trotar en la rampa que nos sacaba de ese valle. Y ¡zaska!. Gemelo derecho en el cuello. Paro, estiro y subo andando hasta donde se podía correr. Empiezo a cruzarme con corredores de la media maratón trail nocturna y eso anima. Antes de encarar la última subida me pasa David, al que había adelantado en la primera vuelta cuando él iba muy tocado. Se ha repuesto y rueda bien. Nos saludamos y sigo su luz mientras se pierde en la oscuridad. Ahora hago toda la subida andando. En un momento dado miro al cielo y veo ese firmamento estrellado, precioso. Apago el frontal y disfruto del momento. Ahora ya se que voy a acabar este Triatlón novedoso y duro. Y mucho mejor de lo que esperaba, disfrutando cada momento.

Por unos instantes me evado del cansancio y el dolor en mis gemelos. Qué gozada!, me siento privilegiado.

Poco a poco subo a la cima por última vez, me despido agradecido también de las voluntarias de este avituallamiento (qué paciencia la suya) y encaro la bajada trotando.

Me alcanza Jaime, un compañero de mi club que hace la trail, y hablamos un rato. Le veo fuerte y le digo que yo estoy en modo ahorro, que tire y disfrute. En el pla nos alcanza la bruma. Es noche cerrada y esa niebla hace que se me pongan todos los pelos de punta cuando se va disipando para dejar ver las luces de San Mateo. La meta.

Como otras veces me invade un sentimiento doble. Por un lado el alivio de acabar con este sufrimiento. Por otro la tristeza de que se acabe. Sensaciones enfrentadas en las que suele ganar la segunda. Oigo mi nombre por megafonía y encaro los muros de piedra que dan a la meta. Allí está mi mujer y una cinta que lleva mi nombre. Me emociono mientras sujeto la cinta en alto. Lo he conseguido, soy finisher de una prueba de extraordinaria belleza, pero también dureza. Sexto clasificado con un tiempo de 12 horas y 42 minutos. 

La noche ampara y esconde mis lágrimas. Me abrazo a mi mujer, la gran artífice de todo esto, la que ha estado todo el día al pie del cañón sufriendo y disfrutando conmigo. La que me conoce mejor que nadie y sabe lo que significa esto para mí.
Con mi "sufridora".

Y me abrazo a Juanjo Serra. El padre de esta competición. El ideólogo. El referente. Le digo lo que he disfrutado y que es una prueba preciosa. Sé lo que ha sufrido para sacar esto adelante y le estaré eternamente agradecido por no tirar la toalla.

Recuperación con cerveza y torrada rodeado de amigos, comentando la jugada.
Bebida recuperadora 100%


¿Se puede pedir más?.

Si, volver el año que viene. Me encanta esto.
Nueve de los diez pioneros del Ibiza Blue Challenge