domingo, 17 de julio de 2016

IBC 2016. IBIZA BLUE CHALLENGE 2016, EL GRAN CHASCO.

Yo estaba entrenando un triatlón de larga distancia, lo que coloquialmente solemos llamar un Ironman aunque no sea de la franquicia. Pero apenas una semana antes de la celebración de la segunda edición del Ibiza Blue Challenge me llama Juanjo Serra, el organizador, y me dice que por la poca cantidad de inscritos al LD han optado por reubicarnos a todos en el Half. Mazazo tremendo porque he invertido mucho tiempo, esfuerzo e ilusiones entrenando un larga distancia. Pero no sólo eso, te vienen a la mente planes en familia y carreras a las que has renunciado a pesar de lo mucho que te apetecían porque ese fin de semana te tocaban tales entrenos ( Quadriatlón, Media de Formentera, Tri Cross de Santa Eulalia, travesía de Sant Antoni etc etc…). Quien haya preparado un Ironman me entenderá, son muchísimos sacrificios para sacar adelante los entrenos necesarios. Para un Half no es necesaria ni la mitad de entrenamientos largos, vaya, que he hecho entrenos mucho más largos y duros que el Tri al que me voy a enfrentar. Te quedas vacío, desolado. Entiendo su postura, pero no deja de fastidiarme el cambio ya que he estado preparando durante meses un larga distancia y, a una semana vista, enterarte de que no podrás realizarlo es duro. Además no tengo los ritmos necesarios para un Half. Pero algo es algo y, como digo, entiendo la decisión y la asumo.
Con esa decepción en el cuerpo no me apetece ni hacer los últimos entrenos, me he venido un poco abajo moralmente y me dedico a "vegetar" esa última semana. Tenía el trabajo hecho pero no hice una buena puesta a punto. Era tarde para cambiar el tipo de entrenos a algo para coger más chispa, así que me dejé llevar. Entrenos suaves en piscina y una salida corta con la bici el miércoles. El viernes marcho a la zona en la que nadaremos el sábado y me hago parte del recorrido. Compruebo preocupado que hay bastantes medusas pero se pueden ir esquivando. Disfruto nadando hacia ses Margalides y vuelta. Lo que no disfruto tanto es bajando y subiendo Ses Balandres. No recordaba yo lo dura que es esta transición. Desde la prueba del año pasado que no vengo por la zona.
Por la tarde con toda la familia (perro incluído) a dejar la bici, briefing y para casa a descansar. Pensaba cenar en casa pero mi hija pequeña vió los macarrones de la pasta party y allí que nos quedamos toda la familia.
A la mañana siguiente compruebo que sigo algo desganado. Como comenté con un buen amigo días antes, no me apetece demasiado este Half. Si finalmente participo es por no dar la espalda a la organización en este momento ya que somos muy pocos inscritos. Pero no estoy motivado y lo notaré desde el primer momento. Me encanta el triatlón y disfruto participando en competiciones de muy diversas distancias. Pero esa llamada de Juanjo me pegó tal bajón que no fui capaz de recuperarme. Quien compite en este tipo de pruebas de larga distancia, de la disciplina que sea, sabe del tiempo que inviertes en su preparación. De las horas robadas al día, al sueño, a la familia. De intentar sacar los entrenos de noche, con lluvia, cuando apetece y cuando no. Todo por un objetivo que se te difumina una semana antes de conseguirlo. Fue duro.
Pero bueno, al lío, que este half tampoco es poca cosa y hay que respetarlo porque, por recorridos, es muy duro.
Duermo perfectamente esa noche, aunque poco tiempo ya que tengo que levantarme a las cuatro de la mañana, estar a las cinco en San Mateo para prepararlo todo en la T1 y coger el bus que nos llevará al Puerto de San Antonio. Desde allí una embarcación nos llevará al punto de salida en Ses Margalides. Esta vez permito a mi señora que duerma un poco más ya que, por la experiencia del año pasado, sé que si viene en el barco no va a regresar hasta, casi, cuando empiece a correr. Además la previsión es de viento y el mar no está como el año pasado, así que el barco se va a mover y ella eso lo lleva bastante mal. Y así duerme un poco más la pobre.
Desayuno fuerte con lo habitual en estos casos ((batido de carbohidratos y proteínas, sandwich de crema de cacahuete con miel (el secreto de mi éxito) y un plátano)) y me preparo otro sandwich para la bici. Preparo también un bidón con isotónico y otro con los geles diluídos. Y marcho para San Mateo.
Una vez allí vuelta a ver a los amigos, a los pocos que éramos y que prácticamente todos repetíamos del año pasado. Unas risas y para el bus que nos lleva al barco. Veo a dos compañeros de club bastante serios y nerviosos, es su primer half, y procuro darles charla hasta el Puerto de San Antonio.
Subimos al barco, más pequeño que el año pasado, y se palpa nerviosismo en el ambiente. Menos Toni, que se queda frito en cualquier sitio. El mar está algo picado pero nada del otro mundo. Como suelo decir, he nadado con mucha peor mar, pero a los que se inician en este mundillo les acongoja un poco.
Por fin llegamos, nos enfundamos el neopreno y al agua. Van a ser 2500 metros según la organización y 2999 según mi reloj finalmente. Bajo el arco natural de piedra de la salida nos apiñamos los diez competidores de individual y los dos nadadores de los equipos de relevos.
A PUNTO DE SALIR Y EL RELOJ QUE HABÍA PERDIDO LA SEÑAL...
Estoy reiniciando el reloj porque había perdido la señal gps cuando dan la salida. Espero un poco a que coja señal y al barullo. Qué gozada nadar en estas aguas, en este entorno y en estas condiciones. No te llevas manotazos (somos realmente muy pocos nadadores) y rápidamente se marcha el maestro Campillo (vencedor en la edición del año pasado y seguramente en la de éste salvo lesión o avería mecánica). Detrás quedamos un grupo de tres nadadores. Veo que a mi izquierda marcha Giulio que el año pasado estaba bastante más atrás. Qué progresión la de este chaval!. Claro que veinticuatro años es lo que permite. En unos meses le doblaré la edad y tengo claro que mi margen de mejora, año tras año, consiste en no perder lo adquirido y en mantener los tiempos. Le dejo hacer y me coloco tras un nadador de relevos que tiene buen estilo. Nado largo, pausado y reservando. Esquivando medusillas.
EL ÚNICO CON NEOPRENO SIN MANGAS

Llegamos a la primera boya situada a unos setecientos metros y ahí ya Giulio se va quedando. Me engancho tras el nadador de relevos y aprovecho su estela. Pero pronto veo que nos vamos desviando y cojo otra dirección que creo más acertada para dirigirnos a la segunda boya. Allí nos volvemos a juntar y nado tras él hasta la tercera boya, de vuelta a Ses Margalides. Este trayecto está bastante más descubierto y picado. No son grandes olas pero el viento del norte entra fuerte y molesta bastante. Cuando llevamos como un kilómetro y algo, respirando, veo pasar una medusa delante del ojo derecho que tengo sumergido en el agua, golpea contra las gafas y pasa acariciándome toda la cara hasta el cuello. Espero el latigazo pero no llega. Buena prueba para la crema anti-medusas Safe Sea. Pensaba que se iría a los minutos de empezar a nadar pero esa medusa debió haberme dejado una buena secuela y ni tan siquiera me enteré. Una gozada que me hace relajarme en cuanto a esquivar medusas.
Última boya y de nuevo encaramos hasta la costa pero esta vez para salir. Ahí compruebo de nuevo que mi compañero de fatigas se escora demasiado hacia la derecha, seguramente por la marea que nos arrastra hacia allá, y decido de nuevo dejar su compañía y dirigirme hacia la salida en una hipotética línea recta (luego descargando los datos del trayecto veo por qué me salieron tantos metros de más). La corriente nos empuja hacia la derecha y tengo que rectificar en varias ocasiones la dirección. Pronto diviso la salida del agua. El participante de relevos ha salido hace unos instantes. Seguramente su estrategia ha sido mejor dado que ha nadado hacia la costa y, una vez a resguardo, ha nadado perpendicular hasta la salida. Seguramene ha hecho más metros que yo, pero muchos de ellos más fáciles.
Salgo del agua justo cuando un voluntario aparta una medusa de mi camino con una red. Estoy muy entero, creo que el tiempo no ha sido bueno pero he salido del agua segundo de individuales y tercero de todos los que tomamos la salida. Finalmente casi 49 minutos para unos, ya digo, tres mil metros.
Me lo tomo con calma mientras me quito el neopreno, me tomo un gel y me calzo las zapatillas. 
SENTADO, TRANSICIÓN CON CALMA
Sé por experiencia que esta transición es muy complicada y no hay prisa en empezarla. Comienzo a subir mientras compruebo que, como el año pasado, las pulsaciones se me ponen a mil. Lo de siempre agravado por la verticalidad del trazado. Voy siguiendo con la vista al participante de relevos y subo tras él. 
PUES SI, VAYA CARETO, PERO ES QUE LA SUBIDITA SE LAS TRAE...
Una vez llegamos a una altitud aproximada de 200 metros (desde cero, si...) el terreno es más practicable y permite empezar a correr. Voy suave y contento porque este año no me ha pegado la rampa en el gemelo del año pasado y puedo correr con soltura.
Al llegar a la carretera veo a Juanjo que me pregunta si el mar estaba muy mal, le digo que no, que algo rizado pero nada serio y sigo. Luego comprendí por qué me lo había dicho y es que en el agua se retiraron dos compañeros míos de club, los que iban tan serios en el bus y en el barco y que se desvirgaban en la media distancia. Lo siento por ellos pero habrá otras ocasiones y no hay que venirse abajo. Creo sinceramente que no eligieron bien la prueba para debutar dado que éste es un half atípico, muy duro físicamente pero también psicológicamente. Haces casi toda la carrera en soledad y así es muy difícil mantener la tensión necesaria. Seguro que si hubiesen nadado en grupo no se habrían retirado. Y si te da respeto el mar, esa profundidad y ese gran azul de ses Margalides, sin referencias bajo el agua, no ayuda. Eso unido a que, efectivamente, el agua se fue poniendo complicada a medida que transcurría la prueba, les hizo desistir.
T1 muy entero y contento. Ya veo a mi costilla y eso anima porque poco público hay a esas horas. Esta competición es especial y parece una pachanga entre amigos adornada con los parajes espectaculares de esos rincones aún auténticos de la Ibiza rural.
Cojo la cabra y me enfrento a los 92,5 kilómetros de recorrido en un circuito a seis vueltas y media. Es un recorrido rompepiernas y que no deja que te aburras. Voy al ritmo entrenado, ritmo de larga, pero no tengo otro. Me pasan Giulio y David. Están muy fuertes y yo no puedo seguir ese ritmo salvo que quiera tirar por la borda toda la carrera. Así que nada, a rodar y a ir restando vueltas. Tengo entrenado 29 minutos por vuelta y eso es, exactamente, lo que me sale. Soy muy metódico en mis entrenos y en carrera no me suelo salir de lo pautado porque conozco las consecuencias. Las últimas tres vueltas aprieto un poco y me salen con menos segundos que las primeras, pero todas en 29.
Espero que me pase Toni, pero, extrañamente, eso no sucede. Viene de hacer Lanzarote y debe estar más fuerte que yo. Siempre lo ha estado menos en la natación. En una vuelta por San Mateo veo a mis dos compañeros de club sentados al borde de la carretera y entonces entiendo lo que ha pasado. Me apena verles pero sigo a lo mío. Es difícil concentrarse por lo que ya he dicho. Tienes constantemente la sensación de estar entrenando y eso hace que no aumentes demasiado el ritmo. Quizás sea bueno porque en las dos ediciones he acabado con muy buenas sensaciones.
Me encuentro fuerte cuando encaro la última vuelta pero no me dejo llevar. Me digo a mí mismo que podría haber dado otras seis al mismo ritmo y eso escuece.
Llego a la T2 entero pero cuando bajo de la bici me pega un amago de rampa en el muslo derecho.

Caigo en la cuenta que, quizás, he bebido demasiado poco. Hace calor y bastante humedad pero está ligeramente nublado y hace bastante viento. Eso puede hacer que me deshidrate rápidamente. Por suerte he dejado una ampolla de magnesio y sodio en el cajón de transición, así que me la aprieto mientras me cambio el calzado. Mano de Santo. Le digo a mi mujer lo que siento en estos momentos, que esto es una gozada, mientras Ana Hernando inmortaliza mi sonrisa en ese momento con su cámara y su arte.

Salgo de la T2 y me llevo la alegría de ver a mi amigo, el TRIMINDUNDI Linares en el cruce, vestido de ciclista y animándome. Se lo agradezco, sé que no está entrenando apenas y que ese día salió con la bici para animarme. Espero que vuelva pronto a entrenar para compartir kilómetros con él, que estos trimindundis me han dejado sólo tirando del carro del grupillo.
Son sólo 13 kilómetros de carrera, bastante duros por el desnivel y porque son trail, aunque no complicados pues todo son pistas y senderos en bastante buen estado. Los encaro sabiendo que debía dar tres vueltas en vez de una pero saboreando cada metro. Me gusta esta sensación del trabajo bien hecho cuando afrontas la última parte de un triatlón con buenas patas y deseando devorar kilómetros. El ritmo es constante y machacón. Voy cuarto y compruebo en el punto de giro que a buena distancia tanto del tercero como del quinto por lo que, ni pillo a uno ni me pilla el otro. Sólo queda una ascensión dura y la bajada a meta. Las partes empinadas las subo según lo previsto, andando, y bajo bien de fuerzas. Cuando llego a meta siento que hoy podía haber sido un buen día para haber hecho el Ironman. Me sobran fuerzas, voy bien muscularmente y me quedo con un sabor agridulce en los labios. 
No disfruto demasiado esta llegada, un poco con rabia contenida. Pero en cuanto se me acerca mi mujer se me olvida todo. Para muestra una foto.
Y más tras las seis cervecitas que me apreté después con los amigos mientras iban llegando a meta otros corredores que se iban sumando. Buena mesa juntamos y buena charla. Si es que esto es lo mejor.
Finalmente seis horas y cinco minutos. Buen tiempo pero sé que fácilmente mejorable si hubiese preparado un half.

Muy contento con mi rendimiento pero triste por haber perdido el triatlón distancia Ironman de este año y porque pienso que no volverá a repetirse este evento en dicha distancia. El año que viene habrá que cambiar de planteamiento con todo el dolor de mi corazón. Ahora a preparar el campeonato de España de Larga distancia de Octubre. Aunque, eso si, antes un par de meses entregado al "dolce far niente". Bueno, en mi caso, descanso activo. Que cómo pare luego va a ser muy complicado volver a empezar.












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