martes, 8 de noviembre de 2016

CAMPEONATO DE ESPAÑA DE TRIATLÓN LD. IBIZA 2016.

 

Pueden parecer excusas. Por una u otra causa este verano no he podido entrenar cómo hubiese querido. Pero tengo muy claro que antes que el triatlón están las obligaciones familiares y las laborales. Y todo influye. Además entrenar en Ibiza en verano se hace muy complicado y peligroso. Por eso no he cogido la bicicleta de carretera hasta el mes de Septiembre. Y en dos meses no se le pueden pedir peras al olmo. Rindes lo que entrenas. No hay más secreto.

Tras el Ibiza Blue Challenge de Junio me tomé varias semanas libres de entrenamientos. No me apetecía, estaba de bajón deportivo. El cambio de última hora del triatlón de distancia Ironman a un Half me había dejado chafado. Tube muy buenas sensaciones dutante toda la competición y se que hubiese hecho un buen papel en la distancia original. Y eso cala.

Así que después de un merecido descanso físico y mental me puse manos a la obra para preparar este Ibiza LD que tan buenas sensaciones me dejó el año pasado con mi sub 8 horas. Pero no era constante en mis entrenamientos, con parón por vacaciones familiares en Formentera durante la primera quincena de Julio y en Sevilla la primera semana de Septiembre. Por una u otra causa no he estado lo suficientemente motivado de cara a esta competición. Y lo he pagado.

En medio varias competiciones estivales en mi isla.

El Trail Ibiza Per la Salut de 10 km.

 
El Acuatló Ciutat D´Eivissa.
 

El trail de Sant Jordi de 17 km.

El Triatló de Cala Bassa.

El ACuatló de Sant Antoni.

El triatló Olímpic de Formentera.

 

Todas estas carreras me sirvieron para ir dándome cuenta que no llegaba en el estado de forma del año pasado. Ni mucho menos. Sobre todo el triatlón de Formentera, olímpico, en el que un problema con el sóleo izquierdo que arrastraba, unido a otro sobrevenido con el isquio derecho, me hicieron ir cojeando casi toda la carrera a pie. ¿Premonitorio?. Se ve que si.

 

A pesar de eso los últimos entrenos en compañía de amigos no me habían dejado demasaido mal sabor de boca. Estaba bien en la natación, regular en la bici y mal en la carrera a pié. El sóleo seguía molestando así que me puse un vendaje de kinesio y que fuese lo que tuviese que ser... Sobre todo a disfrutar.

 

Y llegó el día "D". Me encontraba bien, tranquilo como suele ser habitual en mí, y confiado en poder disfrutar sin demasiados inconvenientes de una carrera que me gusta. Aunque cambios de última hora en el trazado hicieron que la carrera a pie fuese más dura que la del año pasado, con séis subidas a la zona alta de Ibiza por las tres de la anterior edición. Iba a ser cuestión de supervivencia porque el día prometía ser calurosos y húmedo.

 

Para más inri el mar estaba bastante movidillo, sobre todo en la zona de la isla de las ratas. Esto provocó que tuviesen que ampliar la zona de seguridad alrededor de la isla apartando las boyas y que, como media, a todos nos salieran datos en los gps de unos 4400 a 4500 metors. Esto es 400 ó 500 metros de más. Personalmente no es algo que me perjudique puesto que me da algo más de ventaja ya que es mi mejor sector. Pero esto se notaría en el tiempo del sector y en el total.

 

Así que, como de costumbre, a salir suave e ir pasando nadadores. Tengo comprobado que es algo que me beneficia y motiva. Pero quizás salí demasiado suave porque antes de la primera boya ya estaba sólo y tirando de varias "rémoras" que se me iban uniendo a estela. Pero yo a lo mio. Al llegar a la isla el mar empeoraba bastante pero no demasiado como para poder soltar a los que llevaba a pies. Natación suave y fluída hasta dar la vuelta a la isla. Desde allí compruebo que cada cual tira para un lado. Mi referencia está clara, el edificio del Hotel Ibiza Playa, son muchas vueltas ya a este circuíto. Pero cada uno va a su bola menos los cuatro o cinco que llevo a pies. En el primer giro compruebo que llevamos más de 2200 metros y que el tiempo es de 36 minutos. No podré igualar el tiempo del año pasado ni de lejos, pero no es la misma distancia ni, tampoco, son las mismas condiciones de la piscina de la anteiror edición. No importa. Un nadador de mi grupo de edad me grita que me ponga ahora a sus pies hasta la primera boya, que llevamos el mismo ritmo. Qué jodio!, llevo las plantas de los pies arañadas por sus manos. Él va a mi ritmo, no yo al suyo.

 
Y lo compruebo cuando me pongo a sus pies. No aguanto ni cincuenta metros que ya le paso por la derecha, pero me abro mucho para que no se me acople de nuevo y lo consigo. Lo he dejado atrás y es un alivio. Me busca y veo que se esfuerza, así que pongo otra marcha y voy hacia un grupo que nos llevaba unos metros. Una vez allí me recreo arropado por los demás. Ahora me toca a mi ir a remolque, aunque tampoco es mi ritmo no importa, descanso y luego ya veremos. A la vuelta más de lo mismo. Cada uno para un lado y yo al mío. Nado sólo. Esta vez sin nadie a estela. Con mis referencias y mirando cada cinco brazadas. Disfruto del momento, nadar me encanta y en el mar más aún. Cuando llegamos cerca de la llegada volvemos a agruparnos varios nadadores. Pero no hay prisa.

Salgo en una hora y trece minutos. Una burrada comparado con la hora séis del año pasado, pero no importa.

 
Transición lenta mientras me subo el tritraje, bebo mi mezcla con gel y BCCA, me tomo un vial de magnesio y troto a por la bici. Recibo los ánimos de mi dona. Siempre está ahí. Y al lío, que son 120 kilómetros durillos y rompepiernas.

 
Como de costumbre me empiezan a pasar ciclistas como si fuese parado. Muchos intentan recuperar el tiempo perdido en la natación, pero este recorrido a esa velocidad les puede pasar factura. Yo a lo mio, que se el ritmo que puedo llevar. Disfruto subiendo a San Mateo sin pasarme de revoluciones. Voy bien de fuerzas y muscularmente. Reservando que me espera una carrera a pie dura y lo sé. Aún así paso a competidores del half, algunos conocidos, y nos animamos mutuamente.
 
La alegría del día me la levo al ver a Toni MARÍ, un buen amigo y compañero de entrenos que temía no pasar el tiempo de corte de la natación. Ahora sube como un tiro ocn la bici y bien acoplado. La primera vuelta se me va en un abrir y cerrar de ojos.
 
Buena vuelta, tranquilo y bien acoplado (cuando se podía...).

Y en la zona en la que giramos para afrontar la segunda vuelta allí está mi señora de nuevo. Subidón, subidón y a por la segunda.
 
 

Pero al subir la rampa de San Mateo veo que algo no va bien. El isquio derecho, que me suele dar problemas en la carrera a pie, empieza a ponerse rígido. Suavizo aún más el ritmo y parece que se calma, pero cuando me pongo d epie en las rampas más duras se me tensa y me pega un buen viaje. Jodido llego al final de la subida y estiro lo que puedo en la bajada. Bajo muy lento sin apenas pedalear hasta el giro y, cuando la carretera se pone cuesta arriba vuelvo a tener molestias. Joder!. Me tomo otro vial de magnesio que tenía reservado y me voy masajeando la zona pero no se calma. Cuando llego al pla de Sant Mateo me acoplo lo que puedo en la bici y es entonces cuando vuelvo a ser yo. Meto lo que puedo durante varios kilómetros, pero cuando me subo a la bici para el pequeño pero empinado repecho del mismo San Mateo me pega un zasca que me deja temblando. Esta vez he notado algo más, ha sido como cuando rasgas una tela. Algo se me debe haber jodido en el isquio. Voy suave con la bici masajeándome la zona. Me pasa hasta el apuntador pero temo volverme a hacer daño así que voy de paseo hasta la T2. El dolor no cesa pero es soportable. Finalmente casi cuatro horas y diez minutos de bici. Quince minutos más de lo previsto y entrenado.

 

Cunado bajo de la bici me doy cuenta que al correr molesta aún más. Cómo iría que pasé al lado de mi dona y no le dí ni un beso. Luego me comentó que le extrañó porque no es lo normal en mí y que eso, junto a que iba muy por encima del tiempo que había previsto, le hizo ver que no iba bien. Es mi sufridora oficial.
 
Intentando sonreir...

Y es cierto. Iba muy jodido y cabreado. Incluso en la zona de transición me planteé abandonar cuando me tuve que sentar para ponerme las zapatillas de correr y, al levantarme, tuve que apoyarme con las dos manos. El dolor era muy agudo y me daba miedo haberme roto algo de verdad porque, según se iba enfriando, dolía cada vez más. Así que busqué el ibuprofeno que suelo llevar en el portadorsal y para dentro. Comencé a andar y luego a trotar. Y me alegré de poder hacerlo, no las tenía todas conmigo. Pero en la primera rampa me puse a andar. No me quería arriesgar a otro arreón como el de la bici. Y esa fue la historia de la carrera. Corriendo cuando llaneaba y andando en las subidas y en alguna bajada. Mal ritmo de crucero y no por falta de fuerzas. De eso estaba bien, pero iba "cagado" por no hacerme más daño que el que intuía que ya tenía. Aún así el calor pasaba factura. Mi mujer se puso a ayudar en un avituallamiento, el intermedio, y entonces le conté lo que me ocurría. Cabreado. Pero no hay como quien te conoce bien para saber qué es lo que necesitas. Nada de compadecerte. Un beso y ánimo que ya lo tienes chupao. Me alegro de que estuviese allí, de que siempre esté. Le doy las gracias tras cada carrera y ella sabe por qué. Todos sufrimos "recortes" por "mi" afición. Ella se carga más de lo que debiera por el tiempo que debo dedicar a los entrenamientos. Lo asume. Y eso no debe ser fácil.

Lo bueno es que estoy rodeado de amigos. Tanto en carrera como ejerciendo de voluntarios. Ese "ahora llego al avituallamiento donde está Juanjo" "Allí está Pieter" "cóño, si el de la moto es Serrano" "buena cara que te hace la foto Luís, del Master".
Gracias por la foto y por los ánimos, Luís.
Y eso ayuda porque fueron asi tres horas y veinte minutos en lo que el año pasado me llevó dos horas y cuarenta y cuatro.

 
Al llegar a meta veo que mi dona está allí con mis dos niñas y que se preparan par aponerme la medalla. Estoy acabando y no las tenía todas conmigo.


Soy un diésel físicamente pero tengo que agradecer que el coco me funciona relativamente bien y sabe adaptarse a las circunstancias. Y es que una carrera de larga distancia, de la especialidad que sea, no es otra cosa que sacar lo entrenado y saber dosificarlo mentalmente mientras te adaptas a las cosas que te van ocurriendo. Hay que saber leer la información que te llega de tu cuerpo y actuar en consecuencia.

 

Al final 8:49:11. Puesto 169 del Campeonato de España de LD. Más de cincuenta minutos sobre el tiempo del año pasado pero casi el mismo puesto ( el 163 la pasada edición) y eso dice mucho de la dureza de la carrera de este año. No hay dos competiciones iguales aunque los circuítos no cambien. Hice el parcial 85 en la primera vuelta de natación, el 72 en la T1 (pasando gente hasta el final...), el 159 en la primera vuelta de bici, el 177 en la segunda (en la que debía apretar...) y el 173 en la carrera a pie (el cojo manteca).

 

Pero, después de todo, contento. Ahora descanso, a recuperar esta pata derecha que tántos problemas me está ocasionando, y de nuevo al lío. A preparar la FART del año que viene en marzo y la primera maratón de Ibiza en Abril. Dos semás nada más separan estas pruebas de 74 km. de trail y 42 de asfalto y hay que llevar una buena base para poder aguantar. Y en ello estamos. He podido volver a correr sin casi molestias tras dos semanas de parón total. Ahora al lío.

domingo, 17 de julio de 2016

IBC 2016. IBIZA BLUE CHALLENGE 2016, EL GRAN CHASCO.

Yo estaba entrenando un triatlón de larga distancia, lo que coloquialmente solemos llamar un Ironman aunque no sea de la franquicia. Pero apenas una semana antes de la celebración de la segunda edición del Ibiza Blue Challenge me llama Juanjo Serra, el organizador, y me dice que por la poca cantidad de inscritos al LD han optado por reubicarnos a todos en el Half. Mazazo tremendo porque he invertido mucho tiempo, esfuerzo e ilusiones entrenando un larga distancia. Pero no sólo eso, te vienen a la mente planes en familia y carreras a las que has renunciado a pesar de lo mucho que te apetecían porque ese fin de semana te tocaban tales entrenos ( Quadriatlón, Media de Formentera, Tri Cross de Santa Eulalia, travesía de Sant Antoni etc etc…). Quien haya preparado un Ironman me entenderá, son muchísimos sacrificios para sacar adelante los entrenos necesarios. Para un Half no es necesaria ni la mitad de entrenamientos largos, vaya, que he hecho entrenos mucho más largos y duros que el Tri al que me voy a enfrentar. Te quedas vacío, desolado. Entiendo su postura, pero no deja de fastidiarme el cambio ya que he estado preparando durante meses un larga distancia y, a una semana vista, enterarte de que no podrás realizarlo es duro. Además no tengo los ritmos necesarios para un Half. Pero algo es algo y, como digo, entiendo la decisión y la asumo.
Con esa decepción en el cuerpo no me apetece ni hacer los últimos entrenos, me he venido un poco abajo moralmente y me dedico a "vegetar" esa última semana. Tenía el trabajo hecho pero no hice una buena puesta a punto. Era tarde para cambiar el tipo de entrenos a algo para coger más chispa, así que me dejé llevar. Entrenos suaves en piscina y una salida corta con la bici el miércoles. El viernes marcho a la zona en la que nadaremos el sábado y me hago parte del recorrido. Compruebo preocupado que hay bastantes medusas pero se pueden ir esquivando. Disfruto nadando hacia ses Margalides y vuelta. Lo que no disfruto tanto es bajando y subiendo Ses Balandres. No recordaba yo lo dura que es esta transición. Desde la prueba del año pasado que no vengo por la zona.
Por la tarde con toda la familia (perro incluído) a dejar la bici, briefing y para casa a descansar. Pensaba cenar en casa pero mi hija pequeña vió los macarrones de la pasta party y allí que nos quedamos toda la familia.
A la mañana siguiente compruebo que sigo algo desganado. Como comenté con un buen amigo días antes, no me apetece demasiado este Half. Si finalmente participo es por no dar la espalda a la organización en este momento ya que somos muy pocos inscritos. Pero no estoy motivado y lo notaré desde el primer momento. Me encanta el triatlón y disfruto participando en competiciones de muy diversas distancias. Pero esa llamada de Juanjo me pegó tal bajón que no fui capaz de recuperarme. Quien compite en este tipo de pruebas de larga distancia, de la disciplina que sea, sabe del tiempo que inviertes en su preparación. De las horas robadas al día, al sueño, a la familia. De intentar sacar los entrenos de noche, con lluvia, cuando apetece y cuando no. Todo por un objetivo que se te difumina una semana antes de conseguirlo. Fue duro.
Pero bueno, al lío, que este half tampoco es poca cosa y hay que respetarlo porque, por recorridos, es muy duro.
Duermo perfectamente esa noche, aunque poco tiempo ya que tengo que levantarme a las cuatro de la mañana, estar a las cinco en San Mateo para prepararlo todo en la T1 y coger el bus que nos llevará al Puerto de San Antonio. Desde allí una embarcación nos llevará al punto de salida en Ses Margalides. Esta vez permito a mi señora que duerma un poco más ya que, por la experiencia del año pasado, sé que si viene en el barco no va a regresar hasta, casi, cuando empiece a correr. Además la previsión es de viento y el mar no está como el año pasado, así que el barco se va a mover y ella eso lo lleva bastante mal. Y así duerme un poco más la pobre.
Desayuno fuerte con lo habitual en estos casos ((batido de carbohidratos y proteínas, sandwich de crema de cacahuete con miel (el secreto de mi éxito) y un plátano)) y me preparo otro sandwich para la bici. Preparo también un bidón con isotónico y otro con los geles diluídos. Y marcho para San Mateo.
Una vez allí vuelta a ver a los amigos, a los pocos que éramos y que prácticamente todos repetíamos del año pasado. Unas risas y para el bus que nos lleva al barco. Veo a dos compañeros de club bastante serios y nerviosos, es su primer half, y procuro darles charla hasta el Puerto de San Antonio.
Subimos al barco, más pequeño que el año pasado, y se palpa nerviosismo en el ambiente. Menos Toni, que se queda frito en cualquier sitio. El mar está algo picado pero nada del otro mundo. Como suelo decir, he nadado con mucha peor mar, pero a los que se inician en este mundillo les acongoja un poco.
Por fin llegamos, nos enfundamos el neopreno y al agua. Van a ser 2500 metros según la organización y 2999 según mi reloj finalmente. Bajo el arco natural de piedra de la salida nos apiñamos los diez competidores de individual y los dos nadadores de los equipos de relevos.
A PUNTO DE SALIR Y EL RELOJ QUE HABÍA PERDIDO LA SEÑAL...
Estoy reiniciando el reloj porque había perdido la señal gps cuando dan la salida. Espero un poco a que coja señal y al barullo. Qué gozada nadar en estas aguas, en este entorno y en estas condiciones. No te llevas manotazos (somos realmente muy pocos nadadores) y rápidamente se marcha el maestro Campillo (vencedor en la edición del año pasado y seguramente en la de éste salvo lesión o avería mecánica). Detrás quedamos un grupo de tres nadadores. Veo que a mi izquierda marcha Giulio que el año pasado estaba bastante más atrás. Qué progresión la de este chaval!. Claro que veinticuatro años es lo que permite. En unos meses le doblaré la edad y tengo claro que mi margen de mejora, año tras año, consiste en no perder lo adquirido y en mantener los tiempos. Le dejo hacer y me coloco tras un nadador de relevos que tiene buen estilo. Nado largo, pausado y reservando. Esquivando medusillas.
EL ÚNICO CON NEOPRENO SIN MANGAS

Llegamos a la primera boya situada a unos setecientos metros y ahí ya Giulio se va quedando. Me engancho tras el nadador de relevos y aprovecho su estela. Pero pronto veo que nos vamos desviando y cojo otra dirección que creo más acertada para dirigirnos a la segunda boya. Allí nos volvemos a juntar y nado tras él hasta la tercera boya, de vuelta a Ses Margalides. Este trayecto está bastante más descubierto y picado. No son grandes olas pero el viento del norte entra fuerte y molesta bastante. Cuando llevamos como un kilómetro y algo, respirando, veo pasar una medusa delante del ojo derecho que tengo sumergido en el agua, golpea contra las gafas y pasa acariciándome toda la cara hasta el cuello. Espero el latigazo pero no llega. Buena prueba para la crema anti-medusas Safe Sea. Pensaba que se iría a los minutos de empezar a nadar pero esa medusa debió haberme dejado una buena secuela y ni tan siquiera me enteré. Una gozada que me hace relajarme en cuanto a esquivar medusas.
Última boya y de nuevo encaramos hasta la costa pero esta vez para salir. Ahí compruebo de nuevo que mi compañero de fatigas se escora demasiado hacia la derecha, seguramente por la marea que nos arrastra hacia allá, y decido de nuevo dejar su compañía y dirigirme hacia la salida en una hipotética línea recta (luego descargando los datos del trayecto veo por qué me salieron tantos metros de más). La corriente nos empuja hacia la derecha y tengo que rectificar en varias ocasiones la dirección. Pronto diviso la salida del agua. El participante de relevos ha salido hace unos instantes. Seguramente su estrategia ha sido mejor dado que ha nadado hacia la costa y, una vez a resguardo, ha nadado perpendicular hasta la salida. Seguramene ha hecho más metros que yo, pero muchos de ellos más fáciles.
Salgo del agua justo cuando un voluntario aparta una medusa de mi camino con una red. Estoy muy entero, creo que el tiempo no ha sido bueno pero he salido del agua segundo de individuales y tercero de todos los que tomamos la salida. Finalmente casi 49 minutos para unos, ya digo, tres mil metros.
Me lo tomo con calma mientras me quito el neopreno, me tomo un gel y me calzo las zapatillas. 
SENTADO, TRANSICIÓN CON CALMA
Sé por experiencia que esta transición es muy complicada y no hay prisa en empezarla. Comienzo a subir mientras compruebo que, como el año pasado, las pulsaciones se me ponen a mil. Lo de siempre agravado por la verticalidad del trazado. Voy siguiendo con la vista al participante de relevos y subo tras él. 
PUES SI, VAYA CARETO, PERO ES QUE LA SUBIDITA SE LAS TRAE...
Una vez llegamos a una altitud aproximada de 200 metros (desde cero, si...) el terreno es más practicable y permite empezar a correr. Voy suave y contento porque este año no me ha pegado la rampa en el gemelo del año pasado y puedo correr con soltura.
Al llegar a la carretera veo a Juanjo que me pregunta si el mar estaba muy mal, le digo que no, que algo rizado pero nada serio y sigo. Luego comprendí por qué me lo había dicho y es que en el agua se retiraron dos compañeros míos de club, los que iban tan serios en el bus y en el barco y que se desvirgaban en la media distancia. Lo siento por ellos pero habrá otras ocasiones y no hay que venirse abajo. Creo sinceramente que no eligieron bien la prueba para debutar dado que éste es un half atípico, muy duro físicamente pero también psicológicamente. Haces casi toda la carrera en soledad y así es muy difícil mantener la tensión necesaria. Seguro que si hubiesen nadado en grupo no se habrían retirado. Y si te da respeto el mar, esa profundidad y ese gran azul de ses Margalides, sin referencias bajo el agua, no ayuda. Eso unido a que, efectivamente, el agua se fue poniendo complicada a medida que transcurría la prueba, les hizo desistir.
T1 muy entero y contento. Ya veo a mi costilla y eso anima porque poco público hay a esas horas. Esta competición es especial y parece una pachanga entre amigos adornada con los parajes espectaculares de esos rincones aún auténticos de la Ibiza rural.
Cojo la cabra y me enfrento a los 92,5 kilómetros de recorrido en un circuito a seis vueltas y media. Es un recorrido rompepiernas y que no deja que te aburras. Voy al ritmo entrenado, ritmo de larga, pero no tengo otro. Me pasan Giulio y David. Están muy fuertes y yo no puedo seguir ese ritmo salvo que quiera tirar por la borda toda la carrera. Así que nada, a rodar y a ir restando vueltas. Tengo entrenado 29 minutos por vuelta y eso es, exactamente, lo que me sale. Soy muy metódico en mis entrenos y en carrera no me suelo salir de lo pautado porque conozco las consecuencias. Las últimas tres vueltas aprieto un poco y me salen con menos segundos que las primeras, pero todas en 29.
Espero que me pase Toni, pero, extrañamente, eso no sucede. Viene de hacer Lanzarote y debe estar más fuerte que yo. Siempre lo ha estado menos en la natación. En una vuelta por San Mateo veo a mis dos compañeros de club sentados al borde de la carretera y entonces entiendo lo que ha pasado. Me apena verles pero sigo a lo mío. Es difícil concentrarse por lo que ya he dicho. Tienes constantemente la sensación de estar entrenando y eso hace que no aumentes demasiado el ritmo. Quizás sea bueno porque en las dos ediciones he acabado con muy buenas sensaciones.
Me encuentro fuerte cuando encaro la última vuelta pero no me dejo llevar. Me digo a mí mismo que podría haber dado otras seis al mismo ritmo y eso escuece.
Llego a la T2 entero pero cuando bajo de la bici me pega un amago de rampa en el muslo derecho.

Caigo en la cuenta que, quizás, he bebido demasiado poco. Hace calor y bastante humedad pero está ligeramente nublado y hace bastante viento. Eso puede hacer que me deshidrate rápidamente. Por suerte he dejado una ampolla de magnesio y sodio en el cajón de transición, así que me la aprieto mientras me cambio el calzado. Mano de Santo. Le digo a mi mujer lo que siento en estos momentos, que esto es una gozada, mientras Ana Hernando inmortaliza mi sonrisa en ese momento con su cámara y su arte.

Salgo de la T2 y me llevo la alegría de ver a mi amigo, el TRIMINDUNDI Linares en el cruce, vestido de ciclista y animándome. Se lo agradezco, sé que no está entrenando apenas y que ese día salió con la bici para animarme. Espero que vuelva pronto a entrenar para compartir kilómetros con él, que estos trimindundis me han dejado sólo tirando del carro del grupillo.
Son sólo 13 kilómetros de carrera, bastante duros por el desnivel y porque son trail, aunque no complicados pues todo son pistas y senderos en bastante buen estado. Los encaro sabiendo que debía dar tres vueltas en vez de una pero saboreando cada metro. Me gusta esta sensación del trabajo bien hecho cuando afrontas la última parte de un triatlón con buenas patas y deseando devorar kilómetros. El ritmo es constante y machacón. Voy cuarto y compruebo en el punto de giro que a buena distancia tanto del tercero como del quinto por lo que, ni pillo a uno ni me pilla el otro. Sólo queda una ascensión dura y la bajada a meta. Las partes empinadas las subo según lo previsto, andando, y bajo bien de fuerzas. Cuando llego a meta siento que hoy podía haber sido un buen día para haber hecho el Ironman. Me sobran fuerzas, voy bien muscularmente y me quedo con un sabor agridulce en los labios. 
No disfruto demasiado esta llegada, un poco con rabia contenida. Pero en cuanto se me acerca mi mujer se me olvida todo. Para muestra una foto.
Y más tras las seis cervecitas que me apreté después con los amigos mientras iban llegando a meta otros corredores que se iban sumando. Buena mesa juntamos y buena charla. Si es que esto es lo mejor.
Finalmente seis horas y cinco minutos. Buen tiempo pero sé que fácilmente mejorable si hubiese preparado un half.

Muy contento con mi rendimiento pero triste por haber perdido el triatlón distancia Ironman de este año y porque pienso que no volverá a repetirse este evento en dicha distancia. El año que viene habrá que cambiar de planteamiento con todo el dolor de mi corazón. Ahora a preparar el campeonato de España de Larga distancia de Octubre. Aunque, eso si, antes un par de meses entregado al "dolce far niente". Bueno, en mi caso, descanso activo. Que cómo pare luego va a ser muy complicado volver a empezar.












jueves, 23 de junio de 2016

FART 2016. CONTRA VIENTO Y MAREA.


Pues si. Si se puede!.


Si, se puede preparar una ultra trail entrenando casi dos meses exclusivamente en elíptica. Que nadie se lleve a engaño, la elíptica puede ser muy dura y servirte para entrenamientos muy intensos y exigentes, se puede utilizar de muchas formas. Una de ellas es prescindiendo de las barras de los brazos y ejercitando únicamente el tren inferior. Se simula bastante bien el movimiento de carrera y se puede ir jugando con la resistencia. Casi un mes antes de la FART probé a correr en cinta y ví que era posible y que el dolor punzante de cadera no aparecía. Eso unido a que soy autodidacta en casi todo y que he realizado un cursillo acelerado viendo videos online de colocación de cinta kinesiológica. Mano de Santo oiga!.

Con mi cinta protegiendo la zona me pude aventurar a correr por pistas fáciles y con pendientes suaves. El dolor no aparecía y, si lo hacía, era fácilmente soportable. Pude así realizar buenos entrenos antes de la carrera, incluso el entrenamiento de confianza que suelo hacer pero que no fue más allá de 20 kilómetros suaves y fáciles. Suficientes para comprobar que el fondo seguía ahí. A pesar de todo.

Con este bagage emprendo el viaje con la familia a Formentera bastante tranquilo y confiado. No estoy en mi mejor momento pero he acabado la prueba en peores condiciones otros años. Un poco subido de peso por la falta de entrenamientos pero es algo asumible. Para mí esta competición es fetiche y disfruto de cada momento en esa joya mediterránea. Del pre, del durante y del post carrera.

La previsión no es nada buena. Vientos muy fuertes con rachas de más de 70 km/h y previsión de lluvia. Pero no tengo que nadar ni pedalear así que es asumible.

Es mi cuarta vez en esta quinta edición. No hay nervios (poco nervioso soy ya de por si...) y sí muchas ganas de empezar la batalla. En la recogida de dorsales toca reencuentro con muchos otros locos habituales de esta prueba y con amigos que la afrontan por primera vez. Me gusta este mundillo. Realmente participo (que no compito) en este tipo de carreras de trail, a pesar de mi deambular patoso en estos terrenos, como preparación base para la temporada de triatlones, sobre todo para los de larga distancia. Me sirve no tanto como base física, que también, sino como base psicológica. Es bueno entrenar la mente para afrontar pruebas de larga duración. Ya sabemos que hay momentos de todo. Buenos, malos y peores. Y hay que estar preparado mentalmente para afrontar esas dificultades. Esos momentos en que no vas y en los que sufres más que disfrutas es fácil mandarlo todo al carajo y abandonar. Lo difícil es mantener la mente fría enfocada en el objetivo. Imagino que cada uno tiene sus trucos en esos momentos. Yo, simplemente, desconecto y pongo lo que yo llamo el modo ahorro, piloto automático. Por experiencia se que se sale de esos baches, aunque cueste, es cuestión de tiempo.

Este año se han eliminado tramos más técnicos por impedimentos en cuestión de permisos. Se utilizan más pistas y no se bordea tanto la isla en la zona de Cap de Barbería y en la de La Mola. Al final son cuatro kilómetros de más (unos 76 marca el road map) pero seguramente más rápidos.

En la mañana del día de la prueba, además, nos enteramos que suprimen el bucle de la zona de Illetas porque, debido al mar estado del mar y al viento, la zona era impracticable. Así que, finalmente, eran unos 70 kilómetros (a mí me salieron casi 71 por los 72,5 de otras ediciones) por lo que mejorar la mejor marca anterior era posible.

Y así nos plantamos en la salida. Toda la familia. Madrugón que les pegué a mi mujer y a las niñas y también les esperaba un día largo por delante. El tiempo era bastante cambiante, nubes y claros. Lo que no cambiaba era el viento. Constante de suroeste de 35km/h con rachas endiabladas. 11 grados en el momento de la salida. Un día de perros, vamos. Al menos no pasaríamos calor. Me enfundé en el chubasquero que no me quitaría (si me abriría) en toda la prueba.




La salida como siempre, muchos corredores que salen a ritmo de media maratón y otros cuantos que caminamos rápido. Hay mucho tiempo y mucha distancia. La alegría del comienzo pronto se enfrentaría a la climatología adversa. Nada más salir del núcleo urbano de la Savina nos enfrentamos al terrible viento de cara. Viento acompañado de agua en suspensión de S´Estany des Peix. Nada fácil correr en esas circunstancias. A medida que nos arrimábamos a la costa de Punta Pedrera hacia Cala Saona la lluvia lateral de agua marina era más evidente. Grandes olas rompían contra las rocas y nos regalaban chapuzones literales sin necesidad de bañarnos en el mar. El espectáculo era precioso enfilando la costa mientras observábamos la bruma de agua marina y pequeños remolinos. Ahora el viento era lateral y hacía que se te cruzasen las piernas con el consiguiente peligro de tropiezo y caída. Había que tener cuidado.

Poco a poco llegamos a Cala Saona. Allí estaba mi familia esperando, mi mujer haciendo fotos y animando y mis niñas en el coche resguardadas. Voy bien y así se lo hago saber a mi señora que sé que se preocupa porque sabe que no llego muy fino de entrenos y porque puede comprobar el día perruno en el que tenemos que afrontar una carrera ya complicada de por si. Pero extrañamente voy bien y el dolor de cadera no ha aparecido. Estoy contento como un niño cuando paso Cala Saona, recordando que allí, el año pasado, me quería morir y que, fruto del gripazo del que me estaba recuperando, me puse a toser como un loco y paré un momento mientras casi echo hasta la primera papilla. Pero hoy no, hoy estoy bien, por ahora...

Camino a Cap de Barvería nos desviamos del recorrido de otros años nada más pasar el vertedero (ya nos podíamso haber desviado antes, pensé) y sallimos a pistas fáciles y luego a la carretera que lleva al faro, la misma que la de la película Lucía y el Sexo. La imágen es preciosa mientras te acercas. Y más si ves que allí está de nuevo tu costilla móvil en mano para inmortalizar el momento. Y las nenas?. En el coche, está el día como para salir fuera.





Voy muy por debajo del horario previsto. Esto se debe, sobre todo, a que no hemos pasado por la zona complicada y a que hay, hasta este momento, algún kilometrillo de menos.

Contento corro acompañado del hijo de un buen amigo. No lo sabría hasta ver la clasificación. Es un chaval joven que tira muy bien y me extraña ir así acompañado. Espero no estar quemando las naves demasiado pronto.

Llegamos al avituallamiento y allí me lo tomo, como siempre, con calma. Parece que me tenga que comer todo lo que he pagado. Llevo mi propio plan de alimentación en carrera. Llevo el suficiente tiempo en esto como para saber lo que me sienta bien y lo que no. Así que dos plátanos pal cuerpo y otro pa la mochila. Frutos secos y medio sandwich que llevo de crema de cacahuete con miel. Hago yo mismo la mezcla y es una bomba y, joer, está de muerte.

Cuando salgo del avituallamiento mi compañero en los últimos cinco kilómetros hace ya mucho que salió. Se que la zona del mal pas que vamos a cruzar hasta que lleguemos a la playa de los arenales de Mitjorn es, con mucho, la más complicada y me lo tomo con calma. Aquí parece que pega menos el viento y se puede correr.

Voy a buen ritmo pero cuando bajamos a la zona de costa marcada como recorrido vemos que está invadida por el mar. Toca subirse a las formaciones de arena compactada que, aún así, golpea el mar dándonos buenos sustos y encharcando completamente nuestro calzado. Bueno, en la Mola me esperan calcetines y zapatillas secos (ay iluso de mi, ay infelice...).

En esta zona voy muy lento, soy torpe y todo es roca suelta y descarnada con constantes torrentes que salvar y casi escalar. Me pasan varios corredores con mucha mejor técnica. Auténticos corredores de trail, yo no dejo de ser un especímen raro en estas lides.

Poco a poco llegamos, por fin, a la playa de Mitjorn y encaramos las constantes zonas de arena, dunas, pasarelas de madera y pistas con piedras sueltas. Este año la zona es completamente distinta. Ahora es complicado correr porque está desprotegida y pega mucho el viento. Un viento acompañado de arena que duele. Me protejo la cara con la braga que llevaba al cuello pero las piernas reciben miles de pequeños aguijonazos. Aún así aquí me encuentro como pez en el agua y recupero posiciones, entre ellas la del joven hijo de mi amigo Andoni, que marcha tocado. Estoy muy entero pero, al pasar a dos corredores una ráfaga de viento me cruza las piernas y me voy al suelo. Golpe en la rodilla izquierda y, sobre todo, en la mano izquierda. Tengo la palma con un importante destrozo por las piedras cortantes en las que me he apoyado. Duele y sangra. Lástima de los guantes de ciclismo que suelo llevar y que me han salvado de más de un estropicio como el que llevo. Esta vez no me he acordado de incluirlos. Pero sigo, queda poco para el avituallamiento del km 32 en Calo des Mort.

Una vez llego allí veo a mi mujer y a mis niñas en el restaurante cuya terraza sirve de avituallamiento improvisado por las inclemencias. Como lo que puedo y me limpian con agua las heridas. Veo que no es nada serio y marcho.



Encaro las cuestas que nos llevan a La Mola bastante entero pero ya con molestias musculares. Ya ha estado lloviznando a ratos, pero ahora nos cae una buena granizada que nos hace refugiarnos en los árboles hasta que para y se trona en una lluvia asumible.

Poco a poco llego al avituallamiento de La Mola, km 40. Soñando con mi ropa seca, calcetines y zapatillas incluídos y con ver de nuevo a mis chicas. Pero ni lo uno ni lo otro.

Nada más llegar busco a mis chicas y no las encuentro. Bueno, mientras busco mi bolsa y me cambio. Se por otras ediciones que supone un alivio considerable aunque invierta en ello más de quince minutos. Pero no la encuentro. Vueltas y más vueltas al montón de bolsas acumuladas pero no veo nada. Pregunto a los voluntarios del avituallamiento y no saben nada, tiene que estar ahí. Leches, sí, tiene que estar, pero no está!. Vuelvo a buscar. Mientras llegan y se van corredores. Al final vuelvo a contactar con uno de la organización y me dice que buscarán en la furgoneta y me dice cosas. Me siento y como, saco el móvil y le pregunto a mi mujer si van a venir. Lo cierto es que me he adelantado mucho al horario previsto y ellas están comiendo. Quedamos en que ya nos veremos en Es Caló, dentro de unos 10 kilómetros. El de la organizacion, al cabo de un buen rato (eterno para mi) me dice que no la encuentran y me dispongo a irme. Pero le llaman y parece que me traen mi bolsa. Decido esperar porque llevo mis geles de repuesto, mi sandwich de crema de cacahuete con miel, y, lo más importante, mi ropa, que tengo los pies encharcados desde hace demasiado tiempo. Vuelvo a sentarme mientras llegan y se marchan muchos, demasiados corredores. Estoy muy cabreado. Y más cuando me confirma que tardarán en traerla. No quiero esperar más, ya llevo más de veinte minutos allí, tengo frío. Así que quedo con él en que me la entreguen en Es Calo y me lo promete (al final cumpliría y me la acercaría el mismo disculpándose por el error). Me parcho por fin del avituallamiento congiendo geles de la organización y un bocata para el camino. Me he quedado muy frio y me cuesta entrar en calor y coger ritmo así que voy andando un buen rato.

Sigue pegando mucho viento y en la costa de la Mola me pega una ventolera que me arranca la visera que llevo y la manda bien lejos, tras un muro. No es cuestión de tiempo así que paro y vuelvo sobre mis pasos para recogerla, le tengo cariño y no voy a dejarla allí, es una gorra del Challenge Barcelona que supuso mi inicio en la distancia Ironman.

Poco después, en una zona muy pedregosa, tropiezo y vuelvo a caer, apoyando con la misma mano izquierda y empeorando la herida.

Encuentro a mi familia en un sitio de paso que conocemos al inicio de la via romana. Es un alivio y me da fuerzas porque mi segunda caída había hecho empeorar el mal humor que empezó con la pérdida de mi bolsa. Besos y nos vemos en Es Caló poco después. En esa bajada por la via romana vuelvo a caer y a apoyar con la misma mano. Ya no me quejo, me río. Que más me queda. Sangra esta vez abundantemente y tengo que ir sujetando con la mano cerrada para cortar la hemorragia. Por fin llego al avituallamiento de Es Caló. Mi familia también está allí. Y hay una ambulancia. Mi mujer me reconoce la mano (suerte que es enfermera) y me manda si o si a la ambulancia. Pero parece que les pillo a los sanitarios en la hora del bocata. Van muy lentos y no tienen muy claro qué hacer con mi mano y con mi rodilla. Tras varios minutos que me parecieron horas mi mujer toma la iniciativa y les aparta (educadamente como sólo ella sabe hacer) para curarme y vendarme la mano. Sé que estoy en las mejores manos y me dejo hacer, pero me cabrea ver que llegan dos corredores, uno de ellos un conocido de la isla que no pensaba fuese detrás de mi, se avituallan y se marchan. Mucho tiempo estoy perdiendo, pero me queda la mano perfectamente protegida y saneada (menudo destrozo me hice, para las próximas si o si guantes).

La alegría del día me la da el de la organización al que volví loco en La Mola (y no sería la última que me daba...) allí estaba con mi bolsa. Pero ya no quería cambiarme, había vuelto a lucir el sol y parecía que mis pies estaban secos y en buenas condiciones. Cogí mi bidón con geles, mis aminoácidos y mis sales y vuelta al lío, que sólo quedan 20 kilómetros (alguno menos por la zona que se recortó).

Me conozco bien es carnatge y sé que le puedo arañar tiempo si ocnsigo un buen ritmo trotón. Y así es, recupero varias posiciones pero al señor Yeste ni verlo ya. Para una vez que iba por delante...

Avituallamiento de Punta Prima. Ya bastante cansado pero queda poco y fácil. Me avituallo de comida y de ánimos de mi familia y de varios conocidos que están en la zona y otra vez al lío.

Voy todo lo bien que se puede ir a estas alturas. Sigue pegando mucho viento y en las zonas de arena de Es Pujols hasta el cruce de illetas duele. Pero sigo pasando algunos corredores que van vacíos.

Cuando enfilo por fin las pistas que me llevan a la meta disfruto el momento y veo que voy fenomenal de tiempo, a este paso llegaré antes de llevar nueve horas y media de carrera. Mi mejor tiempo es de 10 horas y 21 minutos así que, a pesar de los cambios en el trazado considero que voy fenomenal. Eso anima y sigo corriendo hasta el final entrando en meta con mis niñas en 9 horas y 24 minutos.

El voluntario de la organización que me llevó la bolsa, y al que volví loco en La Mola, está al mando del grifo de cerveza que hay nada más llegar. Le doy las gracias y me coloca delante dos cañitas largas bien servidas que me aprieto en menos de un minuto. Con la tercera ya en la mano empiezo a charlar con otros competidores y me hago la foto con los compañeros del club que hemos participado en las tres modalidades.

Varias cervezas después regresamos al apartamento con la sensación de un trabajo bien hecho. Muy contento con mi rendimiento pero preocupado por mi torpeza y por la evolución de esta mano que ahora está negra e hinchada. El año que viene más y espero que el tiempo no nos lo ponga tan complicado.

¿Y el dolor de cadera?. Nunca más se supo...

viernes, 19 de febrero de 2016

FART 2016. O DE COMO PREPARAR UNA ULTRA TRAIL ENTRENANDO EN ELÍPTICA. ¿?


Pues esa es mi pregunta. ¿Se puede preparar una ultra trail entrenando el último mes alternando elíptica, natación y bicicleta?. ¿Sin correr nada por lesión?.
La respuesta el próximo 27 de febrero en la Formentera All Round Trail.
 
Es mi prueba fetiche. Me encanta Formentera y disfruto como un niño recorriendo su contorno en esta prueba. Pero es también mi prueba gafe. Por una u otra circunstancia nunca llego como me gustaría. El año pasado gripazo y esguince de tobillo la semana anterior. El anterior cuestiones laborales. Hace tres años también gripazo... No tengo yo suerte con esta prueba, no.
 Además, aunque no lo parezca por su trazado con poco desnivel, es muy dura. Correr 73 kilómetros al lado del mar hace que la deshidratación sea fácil. Además el terreno no ayuda, con apoyos inestables en casi todo el recorrido por la cantidad de piedras sueltas que hay que sortear y por la arena de la playa que, en los últimos kilómetros de la carrera, hacen que odies Ses Illetes (la que ha estrenado recientemente su catalogación como la mejor playa de Europa y la octava del mundo). Correr por arena de playa cuando ya llevas sesenta y tantos kilómetros en las patas no es muy agradable. Mi opción en este tramo es evadirme y disfrutar de las vistas andando a buen ritmo.
 Pues este año no me encontraba mal. Buenos entrenos y una LIDL TO LIDL el pasado 10 de enero que me dejó muy buen sabor de boca. Bajar de dos horas en una trail de casi 21 kilómetros no estaba ni en la mejor de mis espectativas. Y quedar clasificado en el primer tercio de la tabla mucho menos. Pintaba bien la cosa. Pintaba...
 
Un desgarro en el quádriceps de la pierna derecha, ocasionado con motivo de un partido de fútbol entre amiguetes en mi pueblo de Toledo durante las vacaciones de navidad, venía molestando, pero tras la LIDL, el dolor era considerable, así que preferí no forzar en el duatlón de San Antonio del 24 de enero al que estaba apuntado y hacer una tirada larga tranquila de trail. Tras dos horas suaves empecé a notar un dolor creciente en la cadera izquierda. Dolor que se hizo mayor en una caída sin consecuencias graves pero que volvió a cascarme el quádriceps derecho y que me impedía correr y casi andar. Tuvieron que rescatarme mi mujer y mis hijas. Mal presagio a un mes de la FART.
 Los siguientes días dolía hasta andar. Intenté correr pero era imposible. En bicicleta no dolía casi nada salvo cuando me ponía de pié. Lo mismo ocurría nadando. Cambio de planes obligado. Sesiones maratonianas de elíptica acompañadas de piscina y bicicleta. Pero no dejo de preguntarme si se puede preparar una ultra trail sin correr durante el último mes.
 Poco a poco he ido haciendo mis pinitos en la cinta de correr, pero hasta hace dos semanas prácticamente iba caminando. El dolor ha empezado a remitir con cintas kinesiológicas, electroterapia y automasajes así que he empezado los cacos a un ritmo muy suave. Molesta pero ya no es limitante. Al menos en los kilómetros que he podido hacer. Sigo con las cintas. Ayer hice mi test habitual de subir y bajar al Infierno desde casa. 20 kilómteros de pistas y senderos fáciles pero en los que se sube de 0 a 400 metros y luego se baja. Y los hice sin andar nada aunque a un ritmo muy, muy suave. Así que iré a Formentera y que pase lo que tenga que pasar...
 
En una semana la contestación a las primeras preguntas. ¿Se puede?.