jueves, 14 de febrero de 2013

CRÓNICA TRIATLÓN MD ICAN MALLORCA 2011

Nuevo aprendizaje triatletero. Hay que entrenar a la mente para que venza los inconvenientes que le pone el cuerpo en tu camino a la meta, pero aún más has de estar preparado mentalmente para vencer los inconvenientes que puedan producirse por tu material o por otros factores externos. Y que no den al traste con tu sueño…
Esta temporada ha sido dura. Buenos entrenos desde enero que están dando sus frutos progresivamente. El objetivo. El campeonato de España de Triatlón Larga distancia y prueba mundial de las series ITU de la especialidad. El respetado Home de Ferro. En el camino muchos duatlones, triatlones cross y sprint, carreras populares y travesías. Además de dos triatlones de media distancia. Uno en Junio, Irontrimallorca doble olímpico. Y otro en Septiembre, I CAN, half Ironman. Buenos test para medir la progresión. Test que me estaban diciendo que iba por el camino correcto. Pero al fin y al cabo test, no la prueba objetivo anual.
Pero el Home de Ferro ha pasado a la historia por problemas burocráticos y económicos. La clase política insular entiende bien poco de deporte (ya se les ve en las fotos, orondos y felices inaugurando cualquier chorrada inútil), tan poco como la nacional, pero además olvidando que el nombre de Ibiza es referente turístico y que todo lo que sea ampliar la corta temporada estival es muy beneficioso. Aunque perjudique a dos vecinos que no pueden salir con su coche a tomar su cervecita matutina (para urgencias te abre paso la Guardia Civil) un domingo por la mañana, Triste pero somos así. No nos quejamos del macrobotellón que nos organiza MTV todos los años (no es otra cosa), de las fiestas de las discotecas hasta altas horas y los After por las mañanas. De las construcciones a todas luces ilegales aquí y allá por donde mires. No, nos quejamos de eso, de las molestias que nos ocasionan esos espabilaos en bici o corriendo (gracias a Dios nadando no molestamos demasiado) que me hacen parar quince minutos en un cruce cuando llevo prisa para esa cervecita o para recoger la prensa a pesar que me han avisado desde hace dos semanas con carteles que ese día lo tendré un poco difícil de 7 a 15 horas (todo el día?). Pero bueno, debe ser el mismo flipao que se incomoda y pita cuando ve a dos ciclistas en paralelo (si, es legal señor-@...) y que luego te pasa rozando con un mosqueo del doce (he pensado en llevar piedras en los bolsillos de mi maillot pero luego pienso que si las llevo las uso, casi a diario).
No se piensa en los cientos de sueños truncados, de horas de duro entrenamiento sacando tiempo donde no lo hay, de robar horas al sueño y a la familia. De lesiones. De accidentes. De compra de material específico. De vacaciones programadas de muchas familias. Somos bichos raros, miles de bichos raros. Cientos de bichos raros que íbamos a competir en esta prueba y que era nuestro objetivo del año. Pero ahora es historia y hay que sobreponerse. Vamos al Ican.
Es la primera vez que salgo a una prueba que se realiza fuera de la isla sin la familia. También será la última. Me ha faltado mi afición y, por lo que he visto después, mi talismán. No es lo mismo llegar a meta y que la medalla te la ponga tu hija y recibas su beso y el de tu mujer que llegar entre aplausos (un 10 para todos los aficionados que animaron durante todo el recorrido) anónimos y dirigirte a la zona de recuperación más sólo que la una. Eso no motiva, al menos no a mi.
Esta vez he estado, y esta es la parte positiva, rodeado de triatlón y respirando este deporte durante tres días. Marchamos 9 javatos desde Ibiza el jueves por la noche en tres coches. 9 triatletas de todos lo niveles. Muy buen ambiente que seguimos durante toda la expedición a Mallorca y esta es la parte positiva. A algunos ya les conocía bien, otros les conocí personalmente ese día y rápido conectamos. Este deporte une mucho y no te quedas sin conversación. Es como la natación, dos nadadores de verdad es difícil que no conecten pronto. El viernes marchamos a probar el circuíto de bici (durillo) y a recoger las bolsas de corredor y los dorsales. Ya se palpaban los nervios en el ambiente pero el calor del grupo reconfortaba. He estado más nervioso que cuando voy con mis niñas. Eso de respirar triatlón todo el día puede llegar a ser contraproducente porque no dejas ese ambiente quieras o no. Visitas obligadas al Decartón (no tenemos en Ibiza), a dejar la bici y el material en boxes, a la pasta party y a dormir.
El sábado amanecimos a las 5 de la madrugada. Nos metimos el desayuno a la fuerza, nos relajamos un poco y a boxes. Preparamos todo el material, nos damos ánimos y vamos a la playa a animar a Xicu, el único que se ha atrevido a hacer el full Ironman y que acabaría en once horas y poco. Un mákina y excelente tío. A las 7 salían los del full y empezábamos a calentar los del half. El agua estaba como una piscina y calentita, así que fui a calentarla un poco más. Ufff que gustito… Se me olvidaba la visita al aserradero a sacar la leña de las 5 de la mañana. Luego ya no hubo necesidad. Truco nuevo triatletero. Por la mañana, antes de desayunar, fortasec y protector gástrico. Ni un apretón hasta el día siguiente, tu. Perfecto, anotado en la agenda de cosas a hacer.
Caliento mis cinco minutillos en el agua y salgo a charlar con los amigos. Tengo muchos triatletas conocidos en Mallorca y nos damos ánimos siempre, además de los ibicencos expedicionarios.
Buenas sensaciones desde antes de empezar. Mucha gente (entre individuales y grupos seríamos unos 350) lo que presagiaba muchos golpes en la salida, así que decido sacrificar algunos segundos saliendo desde el lateral izquierdo. Lo más alejado a la primera boya y donde menos gente había. Bocinazo y a las ocho en punto al agua. Los primeros doscientos metros, como siempre, recibiendo y dando. Veo que voy muy abierto pero no me dejan coger el rumbo bueno, así que tengo que parar tres veces para dejar pasar gente de esa que sale como si disputara un quinientos, y desviarme a la derecha. Una vez en el rumbo empiezo a dar cera. Me gusta salir normal e ir apretando y cogiendo gente. Es reconfortante ver que todos esos que te han pasado en la salida como sputniks se han quedado sin keroseno. Soy diésel y esto me va bien. Debería salir con los de mi nivel y procurarme unos buenos pies, como hacen muchos, pero sería un gasto inicial muy elevado y en un triatlón de más de cinco horas no estoy dispuesto a sacrificar ese inicio. Quizás me equivoque, eso me han dicho muchas veces, pero me va bien. Pronto cojo ritmo y voy avanzando. Por un lado, por otro. No se acaba el río de gente nadando. Yo a lo mío. Se acerca la primera boya de un trazado triangular de 1.900 metros y ahí se estrecha el embudo. Otra vez golpes y me salgo a la derecha, a unos 5 metros de la boya y aquí se nada mejor. Enfilo el otro vértice con buena técnica y algo más de cadencia. Noto cómo cojo agua. Voy bien. Me acuerdo de vosotros y de esas crónicas que me han divertido y emocionado a partes iguales. Me gusta nadar, me siento bien, es precioso y con ese mar… indescriptible. De pronto me doy cuenta que me estoy evadiendo de la competición y que me quedo cortado. Dejo de pasar gente y los que van por delante me llevan unos 20 metros. Miro atrás y veo el trenecito que suelo organizar de los rémoras que aprovechan mi rebufo. Me pasa casi siempre también. Algunos de los que paso se me pegan y me siguen lo que pueden. Veo unas 5 ó 6 cabezas en perfecta línea. Amos anda!. Aumento frecuencia para intentar pillar a los de delante y dejar a los de atrás. Inicio batido de piernas que hasta entonces era simplemente estabilizador y a rompemákina. No pillo a los de delante. Mucho espacio para luchar sólo. Pero los de atrás van ya a unos10 metros y ya se han desperdigado los muy ca…..
Llego a la segunda boya, vértice final del trazado y decido mantener el ritmo porque estaba a gusto y conforme. Pocas cabezas por delante y algunos rezagados de los que salen a hacer un 1500 que voy pillando y dejando. Ahora si que esprinto un poco para adelantar y que no se me peguen. Salgo del agua en el puesto 51. Vamos bien, no lo hemos dado todo pero es que queda mucho.
La primera transición bien. En mi estilo, poniendo calcetines y dándome protector solar ya que el día era de mucho calor y sol. Dorsal, botas, bebo mi powerade con gel, preparado que dejo siempre en esa bolsa. Y a por mi flaquilla.
Empiezo la bici con muy buenas sensaciones. Las piernas funcionan. La bici vuela. Me acoplo en cuanto puedo y a devorar los 90 kilómetros. El circuíto era sinuoso y tenía buenas subidas. Pero me gustó. En las subidas pasaba a gente, me pasaban otros y en los llanos más de lo mismo. No sabes, con tanta gente, cuál es tu posición real pero disfrutas, como un “gocho en lodazal” que diría un amigo. En los puntos de cruce tomaba referencias de los otros ibicencos e íbamos por el estilo. Como y bebo lo programado. Saludo a los amigos y a lo mío. Los primeros 15 kilómetros son de subida constante con rampas duras y menos duras. Lo bueno es que a la vuelta son de bajada y podremos relajar antes de empezar a correr la media maratón. Ja.
Subiendo la última rampa no meto plato pequeño y me digo para mi mismo que ya no hace falta, sufro ese repecho y a bajar. Así que me subo encima de la bici y lo doy todo. Subo a 28 km/h en una zona en la que normalmente subiría a 15 ó 16 como mucho. Un último repecho, pego patada fuerte y “clack”. ¿Clack?, si, un radio de la rueda trasera roto. Meto plato pequeño y el piño 25 y llego como puedo al alto. Pero noto que la bici se bambolea y está frenada. La rueda de atrás, perfil 50 de carbono está hecha una ese. Usan mucha tensión estas ruedas y la rotura de un radio es calamitosa. Ya lo había sufrido antes, en entrenamientos. Paro en una curva a derechas a minimizar daños y me grita algo una oficial que pasa en una moto. No lo entiendo y sigo a lo mío. Miro otra vez y la veo alejarse con cara de enfado. Abro lo que puedo el freno trasero y meto el radio entre otros porque iba golpeando el cuadro. Sigo la marcha. Joder, esta bajada la estaba esperando como agua de mayo. Me pasaba la gente a 50 ó 60 y yo iba a 25, 26. Muchos de los que había pasado me pasaban y miraban extrañados. No podía ir acoplado porque la bici temblaba. Además casi no llevaba el freno trasero. Iba con un cabreo del 13. Al acabar la cuesta abajo vuelvo a parar y suelto el cable del freno trasero porque seguía frenando. Ahora si que no tengo freno trasero. Nada de nada. Pero en llano iba mejor y no perdía tanto tiempo. Luego, en la ciudad, mucho cuidado y anticipar las frenadas con el freno delantero. Un par de sustos porque la rueda estaba cada vez peor pero llego a la T2.
Entro y me dirijo unos 150 metros al lugar donde debía dejar la bici. Buen parcial a pesar de todo, hice 2h49 en los, justos, 90 kilómetros. Si no hubiera sido por el radio y las dos paradas calculo que hubiera rozado las 2h40 y eso para mi nivel está muy bien.
Al momento viene una oficial gritando que me tenía que parar en el Penalti Box 5 minutos porque tenía una amarilla. Pregunto por qué, pero no lo saben. Dejo la bici y vuelvo a recorrer los 150 metros hasta la zona de penalti. Con un cabreo ahora del 26. Pregunto el motivo a la juez y me dice que no lo sabe, que tiene un listado de drafting pero que a mi me habían pasado aparte y que desconocía el motivo. Imagino que sería por lo de parar en la curva y me cabreo aún más. Es cierto que estaba en la trazada pero con visibilidad. Y era una urgencia mecánica. Bueno, ajo y agua. Lo malo es que en la zona de penalti box no puedes correr ni nada por el estilo. Estiras pero te quedas frío. Pregunto si puedo salir algo antes ya que me han ido a avisar a la zona de boxes y no cuando pasé por el penalti box, como era su obligación, habiendo perdido un tiempo adicional por su culpa. No les gustó y me dijeron que no, que 5 minutos. Me comía la lengua, no me la mordía, me la comía. Tenía una mala leche del carajo y me dicen que si quiero saber el motivo de la tarjeta que ponga 50 euros de fianza y una reclamación. Les digo que no tengo suelto y ponen otra vez mala cara. Varias veces me advierten que no puedo moverme tanto, que les desconcentro, así que paradito y estirando no vayamos a liarla más. Me levantan el castigo la profe y su acólita y marcho corriendo hacia la transición a ponerme las zapas de correr. Todo esto ya descalzo y con el casco y botas en la mano. Otra vez los 150 metros. Cabreo del 39. La gorra, zapatillas, un voluntario me dice que me lo tome con filosofía y le digo que soy de ciencias puras, con media sonrisa y guiñando un ojo. Se ríe y se encoge de hombros. Y a correr. Estoy frío, me he quedado parado tanto tiempo que ahora no consigo entrar en calor. Mi cuerpo cree que ha acabado y no quiere volver a empezar. Malas sensaciones corriendo desde el principio, además desmotivado y cabreado con la juez, con la rueda, conmigo…
Y afrontar una media maratón así es difícil. Bajo un sol de justicia y un calor inaguantable. Aguanto un ritmo mediocre, muy distinto al que tenía entrenado y probado en entrenamientos multitransiciones. Pero es lo que hay. Quiero llegar y olvidarme del tema. Pensar en el Home de Ferro me reconforta. Además no estarán mis niñas esperándome en meta. Es duro correr así. Pero hay que sobreponerse. Voy bien de respiración pero las piernas siguen sin responderme en el kilómetro diez y medio, mitad del recorrido y vuelta. Me pasa mucha gente. Pero paso a otros que van parados, acalambrados, descompuestos…
Paso a un amiguete de Ibiza que va andando por un problema en la rodilla izquierda y le animo. No sé de donde saco ánimos pero le fuerzo a seguir y a no parar. Al poco desiste y sigue andando. Aflojo y miro para atrás pero no puede de verdad. Es físico, no psicológico. Nos veremos en la meta. Aprieto los últimos 4 kilómetros y paso mucha gente. Voy entero y bien, algo cascado de cuádriceps pero a buen ritmo. Acabo mejor que empecé. Me emociono porque he pensado en varias ocasiones en tirar la toalla. Del cabreo más que del cansancio. Otra vez los pelos de punta. Aplausos del público en los últimos quinientos metros. Saludo a la gente. Busco instintivamente alguna cara amiga pero no conozco a nadie. Si estuvieran aquí mis chicas… Paso bajo meta contento. Medalla y camiseta de finisher y a la zona de recuperación. Me encuentro con los míos y me dicen que hay cerveza. ¿Cómo?. Me casco 3 San Miguel en menos de diez minutos, tras haber comido tortilla, coca, embutido y pasteles varios con isotónicos. Soy feliz de nuevo. Hasta que me dicen lo del Home de Ferro.
Esa tarde piscina del complejo hotelero, ducha y de paseo. Luego a olvidar las penas con unas cervecitas. Estábamos todos mosqueados por lo del home de ferro. Buen ambiente que hace que te olvides de todo (la cerveza también ayuda). Y vuelta a casa.
Ahora ya no sé que entrenar y qué hacer. Seguro prepararé la maratón de Valencia. Y seguiré nadando, que en el fondo es lo que me gusta, lo que nos gusta.
Atrás quedan las anécdotas de un triatlón duro por el trazado, las circunstancias, el calor, las averías, las injusticias de los oficiales y la soledad en la llegada. Quedan esas anécdotas como la de la señora que nos regañaba porque nos iba a coger el de atrás, toda enfadada. La del voluntario que te echaba, sin pedirlo ni esperarlo, agua helada en la espalda en la carrera a pie. La de la equivocación con dos vasos en las manos, uno de cocacola y otro de agua, se debe mirar lo que contiene cada uno porque, si no, te echas por encima la cocacola y te bebes el agua (pringao me puse, menos mal que hay duchas en el paseo marítimo…). La del grupo de chavales en MTB que te pedían un bidón de la organización (dos les tiré, había un avituallamiento cerca). Y otras que me dejo en el tintero por no prolongar más vuestra agonía. Un abrazo y perdón por el ladrillazo pero así me desahogo.


1 comentario:

  1. Hola crack! he visto que tambien participastes en el tri de las salinas. Sabes cual era la distancia nadando y del agua a la transicion?

    Gracias!

    PD: muy buenas las cronicas!

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